Olavide: Solidaridad con los encerrados

Varios días lleva ya el encierro de inmigrantes magrebíes en la Universidad Pública Pablo de Olavide de Sevilla. Diversas opiniones se están teniendo al respecto en la opinión pública con este desafortunado acontecimiento (desafortunado, porque se están viendo afectadas personas, con la misma dignidad que cualquiera de nosotros). Yo soy un simple trabajador de esta Universidad, y quería dar mi versión sobre este tema, aunque quiero dejar claro que lo que pueda decir tiene un carácter de exclusiva libertad y responsabilidad personal.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que esa mañana del lunes día 10 nos encontramos a cerca de 400 personas que llegaron con poco más que lo puesto, y con la idea de quedarse de forma indefinida. Ante esto me parece muy loable la decisión de acogimiento de estas personas que por razones humanitarias decidió la Rectora, junto con la Comisión Gestora de esta universidad, facilitándoles unos servicios mínimos de agua, aseos, contenedores de basura, etcétera, así como el nombramiento de un Comité de Interlocución con los Inmigrantes.

Hoy por hoy este hecho no ha afectado en nada al buen desarrollo de las actividades propias de la universidad, excepto en el control policial al que nos vemos sometidos tanto a la entrada como a la salida, así como la intervención policial del día 12 dentro del campus, tema que me parece totalmente lamentable, ya que en una institución tan importante en nuestra sociedad como es la Universidad, de la que una de sus máximas es propugnar el derecho a la libertad, nos vemos sitiados como en un estado policial, donde te paran el coche, te interrogan y te abren el maletero.

Se me viene a la cabeza la reciente reunión que tuvo la FAO en Roma, a la que no asistió ninguno de los denominados 'países ricos'; lo que estamos viviendo estos días en Sevilla, por un lado, son las consecuencias de aquellas diferencias sociales y económicas que existen entre países ricos y países subdesarrollados, mezclado con oportunistas que por intereses partidistas manipulan y traen de aquí para allá a estas pobres personas, que ya bastante tienen con la situación de precariedad a la que les ha llevado la vida.

El simple hecho de que en una ley se contemple una situación con respecto a unas personas, o a unos acontecimientos, no significa que esta ley sea justa. La solución a este problema no se antoja fácil, se requiere imaginación por parte de todos, pero ante esta solución que no se sabe ni cuándo ni cómo va a llegar, pienso que hay que romper una lanza a favor de la sensibilidad de esta comunidad universitaria ante las necesidades esenciales de estas 400 personas.