El líder sindical del Instituto de la Marina, asesinado por un compañero
El homicida fue despedido el pasado viernes tras acumular tres faltas graves por acoso y agresiones
Cándido Paredes Costa, de 56 años, presidente del comité de empresa del Instituto Social de la Marina (dependiente del Ministerio de Trabajo), no disfrutará ya de su gran pasión: su nieta. Un ex compañero de trabajo, Raúl Gutiérrez Valbuena, de 52 años, lo mató ayer de dos puñaladas en la estación de Renfe de Recoletos (distrito de Salamanca), cuando la víctima se dirigía a su trabajo. El homicida, al ser recriminado por los demás viajeros, sólo respondió que Paredes 'se lo merecía'. Un guardia de seguridad lo detuvo sin que opusiera resistencia.
Paredes acababa de pasar los tornos de la estación de Recoletos, sobre las 8.50, en dirección hacia la salida de la Biblioteca Nacional y de la calle de Villanueva. Se dirigía, como todas las mañanas, desde su domicilio en Tres Cantos al inmueble número 24 de la calle de Génova, donde se encuentra la sede del Instituto Social de la Marina. Sin embargo, la presencia inesperada de Raúl Gutiérrez impidió que llegara a su destino. El presunto homicida se dirigió a él y, sin mediar palabra, le asestó dos puñaladas. La primera le alcanzó el tórax y le afectó al corazón. La segunda, después de revolverse la víctima, le afectó a la espalda.
Paredes cayó abatido al suelo e intentó arrastrarse, a pesar de las gravísimas lesiones que sufría. Su agresor se arrodilló junto a él y, cuando el herido intentó incorporarse, le propinó un par de patadas, según testigos. 'El herido dio unos gritos desgarradores de dolor y entonces nos enteramos de lo que pasaba. Un hombre regordete, de mediana edad, estaba junto a él', explicó María del Carmen, una empleada de limpieza de la estación.
'El herido empezó a sufrir convulsiones, como si tuviera un ataque epiléptico. La gente increpó al homicida. Él, con mucha sangre fría, dijo que el herido se lo merecía', señaló Fernando, un vendedor de cupones de la ONCE de la estación de Renfe.
El herido intentó desesperadamente arrastrarse hacia unos bancos situados en la pared opuesta a donde fue acuchillado, junto a un fotomatón, una cabina telefónica y un cajero automático. Sin embargo, le faltaron las fuerzas y cayó desfallecido. Los viajeros que le rodeaban avisaron sobre las 9.10 al teléfono de emergencias 112, que movilizó una UVI móvil del Samur-Protección Civil. Sus facultativos intentaron reanimar a Paredes durante más de media hora, pero al final sólo pudieron certificar su muerte.
Mientras, un guardia de seguridad de la empresa Falcón, que custodiaba una exposición fotográfica de PhotoEspaña que iba a ser inaugurada por la Reina en los vestíbulos de la estación de Recoletos, se acercó al tumulto y, tras arrebatar sin peligro la navaja de grandes proporciones que llevaba Gutiérrez, le esposó hasta la llegada de la policía. El detenido no opuso resistencia y se quedó inmóvil, 'como embelesado y quizá pensando en lo que acababa de hacer', según los testigos.
Una portavoz del Instituto Social de la Marina explicó ayer que Raúl Gutiérrez fue despedido el pasado viernes, tras acumular tres faltas graves. Había ingresado en 1987 en este organismo dependiente del Ministerio de Trabajo y de Asuntos Sociales. La primera falta grave se produjo cuando comenzó a acosar, años atrás, a una compañera. 'Nunca llegó a ponerle la mano encima, pero la seguía a todas partes. Si ella iba al cine, él se sentaba detrás. Igual ocurría cuando salía con sus amigas y durante su vida privada. Se ponía delante de su casa y no la dejaba ni un minuto', contaron varios compañeros del fallecido.
La afectada, harta de aguantar el acoso de su compañero, lo denunció. En el juicio testificaron sus colegas de departamento, el de Acción Social. Entre ellos estaba el asesinado ayer y el subdirector del área. La dirección del Instituto Social de la Marina decidió apartarlo de la sede central de Madrid y lo trasladó a una delegación de la propia capital. Gutiérrez trabajaba, al igual que Paredes, como asesor técnico-laboral marítimo. Éstos son personal laboral de la escala técnica del Ministerio de Trabajo y se encargan de vigilar las condiciones de seguridad de los barcos mercantes. Suelen ser capitanes o pilotos de barco que se desplazan a los puertos y astilleros.
Los problemas, sin embargo, continuaron. Y para peor. Un día de 2000, Gutiérrez se acercó a la calle de Génova y, cuando salía el subdirector de Acción Social, comenzó a pegarle repetidamente. Los policías que custodian la Audiencia Nacional, situada frente a la sede del instituto, salieron en defensa del agredido y detuvieron al agresor. Esto motivó que el directivo fuera con un guardaespaldas durante una temporada. Gutiérrez tuvo que acudir de nuevo a un juicio, en el que fue condenado. Después, advirtió que se vengaría por aquello y amenazó a varios compañeros, según trabajadores del instituto.
'Dificultades de adaptación'
Los directivos del instituto acordaron en esa ocasión trasladarlo a la Dirección Provincial de Cádiz para evitar más problemas. Según la portavoz del organismo oficial, esta vez 'dificultades de adaptación al puesto de trabajo' motivaron el nuevo expediente sancionador que concluyó con la expulsión del empleo de Gutiérrez. 'Siguió montando follones y se resolvió con la suspensión de empleo y sueldo, pero, como entonces era acumulativo, le echaron', explicaron sus ex compañeros. La baja definitiva era efectiva ya desde el pasado viernes, día 7 de junio.
Los problemas no hicieron más que empezar. Los compañeros ya le vieron merodear esta semana por los alrededores de los centros del Instituto Social de la Marina de la capital, pero no le dieron más importancia. 'Desde luego, esa forma de actuar y de asesinar a una persona con esa sangre fría sólo corresponde a una persona enajenada, con trastornos mentales transitorios o permanentes. Es triste que no se ponga remedio con sus antecedentes y que haya ocurrido esto', se lamentó el delegado sindical de UGT, Mariano Rodríguez.
'Era una bellísima persona, que era querido por todos y que se caracterizaba ante todo por su carácter conciliador'. Así calificaron ayer a Cándido Paredes Costa, de 56 años, afiliado a UGT, presidente del comité de empresa, sus compañeros del Instituto Social de la Marina. Había ingresado en el instituto el 2 de diciembre de 1987, la misma fecha en que lo hizo su supuesto homicida.
La víctima estaba casada y tenía dos hijos. 'La nieta era su gran pasión. A lo mejor iba a un congreso y prefería volverse en coche antes para poder disfrutar de ella', relató un compañero suyo. Se afilió a UGT en 1981. La dirección del sindicato emitió ayer un comunicado en el que lamenta el asesinato de Paredes 'por defender los derechos de los trabajadores'. La víctima presidía el comité de empresa desde hacía cuatro años.
Dos forenses practicaron por la tarde la autopsia al cadáver de Paredes Costa. La familia acudió sobre las 19.00 al Instituto Anatómico Forense a reclamar el cuerpo. Declinaron hacer declaraciones a EL PAÍS sobre lo sucedido. La víctima será enterrada mañana en su municipio natal, Moaña, en la provincia de Pontevedra.
El asesinato de Cándido Paredes eleva a 30 las víctimas por homicidio desde comienzos de año, frente a las 34 que se habían registrado en el mismo periodo del año pasado. En todo 2001 hubo 97 asesinatos. Sólo en el mes de junio son tres las muertes violentas registradas en la región.
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