El torneo más popular
El segundo 'grande' de la temporada se juega en un campo municipal
Jugar al golf en cualquiera de los cinco campos (amarillo, verde, azul, rojo y negro) del parque de Bethpage (en Long Island, Nueva York, Estados Unidos) cualquier día del año es una tarea casi imposible, aunque cueste sólo 35 euros (44 los fines de semana) un recorrido completo. Es un campo verdaderamente público, de propiedad municipal, que no se puede reservar por teléfono ni internet, así que cualquier día de la semana los golfistas que se quieren dar el gusto llegan por la noche con su coche cargado de hamburguesas, coca colas y un saco de dormir y montan cola en el propio vehículo.
El golf en Estados Unidos es un deporte que también practica la clase trabajadora, como casi todo el mundo sabe allí, pero para que todo el mundo se entere la Asociación de Golf de Estados Unidos (USGA), decidió en 1997, en una elección simbólica, que el 102º Open, el de 2002, se jugara en un campo verdaderamente público, abierto a todos. Eligió el recorrido negro de Bethpage. Donó cuatro millones de euros para poner el campo a punto y abrió las puertas.
Casi 8.500 jugadores (8.468 para ser más precisos) se apuntaron para jugar el Open de este año. Quizás para ellos sea la forma más cómoda de entrar en Bethpage, un campo desconocido para la mayoría de los cracks. Tenderos, trabajadores del metal, pequeños empresarios, ejecutivos y juveniles, todos con un hándicap no superior a 1.4, se empeñaron con denuedo en la tarea de superar las fases previas del segundo torneo de la temporada del grand slam. De todos ellos sólo 93 lograron plaza y se juntarán a partir de hoy a los 73 jugadores exentos, los mejores del mundo, los Woods, García, Mickelson, Olazábal o Duval, en el recorrido negro de Bethpage, el escenario más popular para el grande más democrático.
'El campo es muy largo [6.500 metros y es un par 70, con dos pares cuatro de 450 metros, el campo más largo en la historia del Open] y muy difícil, pero muy US Open, pero también es justo: si le pegas bien estás en calle. Mientras esté en las condiciones perfectas de Bethpage que sea campo público o privado es lo mismo', dice José María Olazábal, uno de los dos participantes españoles. 'El golf en Estados Unidos es tan popular que no necesita de esta publicidad, pero no estaría mal que en España se enteraran de lo que se puede hacer con los campos públicos'.
Mientras Sergio García, el otro español, llega al Open estadounidense que ni sí ni no, Olazábal llega más bien en fase de no. 'Estoy lleno de rabia', dice, 'porque las últimas semanas he perdido las sensaciones con el driver, que era el palo que me había permitido estar donde estoy'. Para recuperarlas, el vasco está trabajando más duro que nunca con Butch Harmon, el gurú americano que le devolvió la sonrisa a finales de la pasada temporada.
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