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Reportaje:

Pura sangre al galope

Presentada una serie sobre el caballo para promocionar los Juegos Ecuestres de Jerez

La Diputación de Cádiz anunció ayer la presentación de la producción televisiva A galopar. Jinetes y caballos, elaborada por el Servicio de Vídeo de la Diputación de Cádiz. Tras dos años de trabajo, continuos viajes por 20 países de cuatro continentes y una laboriosa labor de documentación, grabación y montaje, los 13 capítulos de esta producción ven hoy la luz.

La Real Escuela de Arte Ecuestre de Jerez acogerá, a las 21.00, la presentación de una obra por la que ha apostado un grupo compuesto por la Diputación gaditana, las consejerías de Presidencia y Turismo, la Universidad de Cádiz,Canal Sur, Federico Joly, Caja San Fernando, La Caixa y Cinematografía Educativa. La producción, que ha costado unos 540.000 euros, ha sido sufragada al 50% por la Diputación y el resto, por las otras entidades. El objetivo es promocionar los Juegos Ecuestres Mundiales que se celebran en la ciudad jerezana del 10 al 22 de septiembre de este año.

El primer capítulo, titulado El artista, está dedicado al caballo andaluz. 'Se trata de la serie con la que la provincia de Cádiz se viste de gala para toda Andalucía porque, durante mucho tiempo, hemos sido los preservadores de la raza con los caballos cartujanos. Pero además hemos invertido en el caballo andaluz como espectáculo con la Real Escuela y ha sido el medio con el que el gaditano se luce en la feria', explicó el presidente de la Diputación de Cádiz, Rafael Román, principal precursor de este proyecto.

El resto de capítulos desgranan la historia del caballo y de más de cincuenta razas equinas de todo el mundo.

El caballo andaluz sobresale, como destaca el guionista de la serie, el periodista Antonio Hernández-Rodicio: 'Ha sido el único que ha conseguido sentar a uno de su raza en un Senado, que fue Incitatus, caballo de Calígula'.

Esta producción se desliza entre dos cualidades que le dan 'mucho colorido', según el director Fernando Santiago: 'Combina el carácter universal, porque hemos seguido al caballo por el mundo entero, y una realización muy andaluza'. Santiago, premio Andalucía de Periodismo hace dos años, ha recibido la colaboración de canales de televisión de 11 países distintos. La serie cuenta con música de Javier Ruibal y la locución del actor Juan Diego con el objetivo de introducir 'un acento propio'.

El equipo de <i>A galopar. Jinetes y caballos,</i> durante el rodaje de unas secuencias en Brasil.
El equipo de A galopar. Jinetes y caballos, durante el rodaje de unas secuencias en Brasil.EL PAÍS

Del vaquero al gaucho

La lista de razas equinas y de jinetes míticos es alargada. Más extensas son las combinaciones que han generado. Pero en todas predomina la relación entre el hombre y el caballo como asidero para el desarrollo de la humanidad. Muchos de estos episodios y secuencias están reflejados en la serie de televisión que hoy se presenta. Sus autores rebuscaron en las historias más añejas del vaquero de Tejas, del gaucho de la pampa argentina, del charro mejicano de Jalisco, del mongol de los clanes familiares de Asia central, del guajiro de Trinidad y del llanero venezolano, entre otros. Junto a ellos, las principales razas: el elegante árabe, el estilizado pura sangre inglés, el resistente criollo argentino y el potente berberisco, observados en su territorio natural: las estepas de Asia central en Mongolia, el desierto y las magníficas cuadras de Qatar y Omán en la península Arábiga, y las praderas del desolado Wyoming, los verdes valles de Oregón y Montana y el árido estado petrolero de Tejas, en Estados Unidos. Las cámaras gaditanas filmaron también en el Estado de Jalisco, México. En Venezuela, recorrieron la sabana inundable del río Orinoco; en Argentina, el Llano en la Pampa húmeda; en Brasil, el valle de Paraíba; en Perú, las haciendas limeñas y en Cuba, la manigua cubana. El recorrido se completa por las fincas de la nobleza marroquí, las antiguas haciendas portuguesas, los hipódromos ingleses, la campiña húngara, la marisma de la Camarga francesa, las playas de Flandes, las orillas del río Loira, las tierras de la Selva Negra alemana y las nieves austriacas. 'Miles de kilómetros recorridos para ofrecer la pasión con el caballo en decenas de lenguas y acentos, con distintas indumentarias, con músicas diferentes, pero con una obsesión común de amor y respeto por el caballo', explica Fernando Santiago, quien destaca la 'potencia' de este animal en las principales fiestas populares, en la caballería de guerra o policial y como uno de los más 'florecientes' negocios en muchos países del planeta. Asimismo, los capítulos reflejan el trato dispar que reciben los caballos y cómo son observados según en qué lugar. 'De la humilde concepción del caballo como un instrumento de necesidad para recorrer los pantanos en Tejas a la exaltación de las yegüadas de los jeques árabes que viven en praderas artificiales en medio del desierto, como si estuviesen en hoteles de cinco estrellas', narra Santiago. 'En Mongolia', añadió, 'hay más caballos que habitantes y todo gira en torno a este animal'.

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