Cafú dirige un arrollador Brasil
La selección de Scolari demostró la distancia que le separa de China
No conviene poner en duda a los brasileños porque pueden responder con un mazo de goles. Venían de ser cuestionados por su juego con Turquía y no tuvieron piedad con los chinos, que sintieron la verdadera diferencia entre el primer país del fútbol y uno que disputa su primera Copa del Mundo. A China se le vieron todos los defectos de los equipos de tercera fíla. No les faltó ánimo, y sobre todo no les faltó en medio de la aplastante ofensiva brasileña. Pero no había recursos para impedir la tacada de gente que está sobrada en todas las líneas. Puede que en Brasil se discuta del sistema y del estilo de su selección. Lo que no se discute es a jugadores como Cafú, Lucio, Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldinho o Ronaldo. Cada uno figura entre los cinco mejores del mundo en su posición, si no son los mejores. Ese capital no lo tiene ninguna selección del mundo. Es mejor no perderlo de vista.
La victoria fue todo lo sencilla que se puede esperar por la distancia entre Brasil y China. Hubo un factor añadido: los brasileños se lo tomaron como si les fuera la vida, circunstancia que abundó en la diferencia de juego. ¿Qué se vio? A Cafú recorriendo la banda derecha como un avión; a Roberto Carlos por el otro lado; a los centrales implacables; a Rivaldo y a Ronaldo marcando goles; a la gente enchufadísima. Entre todos ninguno pudo superar a Cafú, futbolista excepcional que arrasó con su rapidez, su habilidad y su precisión. Parece mentira que se le cuestionara en su breve paso por el Zaragoza.
Scolari introdujo un par de jugadores con respecto al encuentro con Turquía. Anderson Polga sustituyó a Edmilson en el centro de la defensa y Gilberto jugó de medio centro. También cambió alguna cosa en las funciones de los jugadores. Rivaldo salió de la banda izquierda para funcionar por libre en la delantera. Su posición fue ocupada por Ronaldinho y después por Denilson. A Cafú le correspondió todo el costado derecho, y casi le vino pequeño el desafío.
El único que pareció fuera de onda fue Juninho. Nada de lo bueno que ocurrió en Brasil estuvo relacionado con el juego del pequeño centrocampista. Cuando se sitúa en una posición tan retrasada su impacto es mínimo porque traslada mucho y ve poco. Le sustituyó Ricardinho en el segundo tiempo, cambio a tener en cuenta porque Ricardinho acaba de llegar a Corea: es el jugador que ocupa la plaza del lesionado Emerson. En cualquier caso no era un día de grandes exigencias. Un violento tiro libre de Roberto Carlos abrió el dique. Los chinos, que habían jugado hasta ese momento con un entusiasmo ilimitado, comprendieron la noche que se les venía encima. No se quitaron el susto de encima en el resto del encuentro.
Sólo cuando Ronaldo marcó el cuarto tanto, los brasileños bajaron el pistón. Ronaldo no es el marciano de sus mejores tiempos, pero todavía impone terror a los defensas. Hay algo en sus latigazos que le distinguen de todos los demás delanteros del mundo. En cuanto a Rivaldo, confirmó por enésima vez que es un futbolista sin rigor. Funciona mejor en la medida en que no tiene ninguna responsabilidad táctica. Si juega a su aire, y preferiblemente cerca del área, es un elemento de cuidado. O eso, o sufre por la falta de libertad.
Del partido, que merece todos los interrogantes que se quieran por la debilidad de la selección china, queda la idea de que ningún equipo tiene la cantidad de recursos de Brasil. Eso resultó evidente con los suplentes, todos espléndidos jugadores que harían las delicias de cualquier entrenador.
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