_
_
_
_
_
LA INMIGRACIÓN EN LA COMUNIDAD

El mayor número de inmigrantes regularizados viene de Suramérica

La cifra de extranjeros se sitúa en 200.000, 120.000 de ellos con permiso de trabajo o residencia

La imagen de inmigrante norteafricano, pobre y sin ninguna formación, quizá se ajuste al tópico que existe en el imaginario colectivo del perfil del trabajador extranjero que llega a a Comunidad, pero se aleja a pasos de gigante de la realidad que demuestran los datos. Para empezar porque aunque por nacionalidades aún son los marroquís los más numerosos, cada vez lo son menos. El grueso de inmigrantes que ha normalizado su documentación de residencia y trabajo en el proceso de regularización recién finalizado no son magrebíes, ni siquiera africanos. Así lo demuestran los datos de la última llegada masiva, protagonizada en una importante proporción por ecuatorianos y colombianos que esperan encontrar en la Comunidad una salida a las dificultades que encuentran en sus países. Por cada cinco permisos concedidos -de un total de 47.286 expedientes autorizados-, uno ha sido para un ecuatoriano y otro para un colombiano. Los ciudadanos de estos países han copado el 21,9% y el 17,8% de las regularizaciones respectivamente, lo que, sumadas, asciende al 39,7%. Por detrás están los rumanos, con un 16,1%, y en cuarto lugar los marroquíes, con un 10,4%. En una proporción menor se sitúan los ucranianos (6%), argelinos (5,5%), búlgaros (4,7%), rusos (2,4%), chinos (1,9%) y argentinos (1,3%). El resto de paises alcanzan el 11,5% restante según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno.

Países del este

Estos porcentajes reflejan no sólo el peso de la inmigración latinoamericana, sino la proveniente de los antiguos paises satélites de la ex Unión Soviética. Rumanos, ucranianos, búlgaros y rusos alcanzan el 29,3% de los permisos concedidos, por lo que casi duplican los otorgados a los ciudadanos marroquíes y argelinos (16%).

¿Significa esto un cambio de tendencia? La respuesta de los especialistas en inmigración consultados a este diario es que no. Para ellos, hay que diferenciar entre la inmigración estacional y la puntual. En la primera categoría se encuadra a los países del Magreb y a los subsaharianos. Los ciudadanos provenientes de estas zonas, especialmente los magrebíes, son los primeros que se abrieron camino en la Comunidad y lo seguirán haciendo, aunque a ritmo constante. La proximidad a las costas españolas, la inestabilidad política de sus estados y la crisis económica endémica que padecen son motivos suficientes para asegurar un contínuo flujo que, además no depende de líneas de transporte convencionales -aviones, ferrys- sino de las trágicamente famosas pateras o de los barcos o camiones de transporte en los que se puedan subir como polizones.

Cuestión distinta es la procedencia de los inmigrantes sudamericanos o del este europeo, mucho más vinculada a los vaivenes de sus países de origen. La crisis que vivió Ecuador en los años 1999 y 2000, de la que aún no ha salido, provocó la salida de unos 180.000 habitantes en dirección a España. Parecido es el caso de Colombia, donde la violencia ha arrojado fuera del país a miles de ciudadanos; o Argentina, cuyos inmigrantes están creciendo de forma elevada tras los acontecimientos de los útimos meses. Y además, en estos países, la competencia como destino con Estados Unidos es muy fuerte, por lo que no se prevé que se mantenga este flujo de extranjeros que llaman a las puertas de la Comunidad Valenciana. Algo similar es lo que ocurre con la inmigración procedente de los países del Este. El choque que ha supuesto la introducción de las economías de mercado y sucesos puntuales, como la crisis en los Balcanes, ha supuesto un incremento de emigrantes que se prevé que se reduzca de forma paralela a la occidentalización de estos países -apertura a la Alianza Atlántica, Unión Europea.

Fruto de estos orígenes diversos, es muy complicado dibujar un perfil del inmigrante tipo. Lo que sí está claro es que cada vez tiene menos que ver con el estereotipo de la persona sin formación, desarrapado y fuente de problemas de convivencia. Especialistas en inmigración y de entidades que trabajan con extranjeros destacan la alta formacion de trabajadores que provienen del este europeo, muchos de ellos técnicos medios y superiores que se ven obligados a desempeñar trabajos muy por debajo de su cualificación en la construcción o recolectores en campañas agrícolas. Frente a éstos, uno de los resgos distintivos de la inmigración latinoamericana es el peso que tienen las mujeres, hasta un 40% del colectivo, atraídas fundamentalmente por las ofertas de servicio doméstico -en gran parte ecuatorianas- y en menor medida a la prostitución -colombianas-. Entre los hombres, la construcción, el campo y servicios poco cualificados como la hosteleria son los principales destinos. De los extranjeros norteafricanos, las fuentes consultadas también destacan el aumento de mujeres y el cambio de percepción del papel de la mujer que produce su contacto con la cultura occidental. Respecto a otras comunidades, la descripción, aunque no vaya más allá de los rasgos externos, se hace más confusa. Es el caso de los chinos, unos 12.000 según las estimaciones existentes a falta de datos oficiales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Escenario general

El escenario general que conforma la inmigración a mediados de 2002 en la Comunidad es la de una población que entre ciudadanos regularizados e irregulares ronda los 200.000, según barajan los responsables de inmigración. De ellos, 120.000 han logrado su documentación -incluyendo los 47.286 del útimo proceso recién concluído-, que de acuerdo con los datos de la Delegación del Gobierno, y al margen de los ciudadanos de la Unión Europea, son mayoritariamente sudamericanos. El 21,8% procede de este continente -en buena parte debido al aumento reciente del peso de ecuatorianos y colombianos-, seguidos del 18,3% de africanos y el 12,6% de personas llegadas del este europeo. Al margen de los regularizados, existe una bolsa de unos 80.000 que carecen de documentación, aunque es difícil determinar con precisión su número exacto por su propia naturaleza, oculta a la Administración. Existen cálculos menos restrictivos que, basados en los datos del padrón (260.893 extranjeros) elevan el número de inmigrantes varias decenas de miles por encima de los 200.000. Sin embargo, resulta complicado dejarse llevar por la población registrada por los ayuntamientos. Por un lado, por la duplicidad de registros, debido a la movilidad de parte de la población de inmigrantes en su peregrinación por las localidades que ofrecen una mayor oferta laboral. Además, debido a esta movilidad, es fácil que miles de las personas registradas en el catastro hayan abandonado la Comunidad ya, por lo que la cifra sirve de referencia pero no para realizar una foto fija de la población de extranjeros.

Todos estos condicionantes son los adjetivos a un hecho incontestable: el aumento continuado de inmigrantes que se destapó el año 2000 y que seguirá creciendo a corto plazo. Muestra de ello es el incremento de la población inmigrante escolar ha sufrido un espectacular aumento del 252,3% entre los cursos 1999/2000 y 2001/2002. No menos sorprendente ha sido el acceso a la sanidad pública, entre enero de 2001 y este año, el incremento de inmigrantes con cobertura ha sido de 500%. Cuestión distinta es la integración de esta población, hacia donde se están reorientando a marchas forzadas los impulsos de la Administración.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_