Asados de vacuno en su punto justo
ILLUNBE, sucursal en Madrid de un célebre asador guipuzcoano
Entre la multitudinaria oferta gastronómica del centro madrileño Diversia, espacio de ocio del nuevo parque empresarial anexo a La Moraleja, hay pocos restaurantes que merezcan la pena. Tan sólo el japonés Sushi-Ito, el último Delina's y este Illunbe sobresalen dentro de una nube de locales de poca monta. Fiel al estilo de la casa madre, el famoso restaurante-sidrería situado en Usurbil (Guipúzcoa), esta sucursal madrileña afronta el desafío de trasladar a la capital sus asados a la parrilla. Para conseguirlo, José Ángel Aguinaga, maestro asador con años de oficio, se ha desplazado hasta aquí actuando de cocinero jefe mientras ejerce de socio propietario.
A mes y medio desde su inauguración, Illunbe todavía anda lejos de alcanzar el nivel pretendido. El servicio está desorientado, y en la cocina, carente de rodaje, se entremezclan aciertos importantes con fallos esporádicos.
ILLUNBE
6. Avenida de Bruselas 9. Arroyo de la Vega. Alcobendas (Madrid). Teléfono: 914 90 10 96. Cierra domingos. Precio medio: de 30 a 40 euros. Tortilla de bacalao a la donostiarra, 8. Merluza a la plancha, 17,43. Chuletón Illunbe, 35,45 el kilo. Tarta de queso, 4 euros. Pan ... 4 Café ... 7,5 Bodega ... 6 Ambiente ... 6,5 Servicio ... 5 Aseos ... 6,5
El gran hito de la casa son los chuletones de vacuno, que llegan exhalando aromas a brasas y se presentan troceados sobre fuentes calientes de porcelana, soportes ideales para conservar el calor y el punto de la carne. Sin duda lo mejor de la carta. Y para acompañar el chuletón, pimientos del piquillo de Lodosa, que se sirven en su punto justo o demasiado salados, según el día de que se trate. Con los pescados se mantiene la misma tónica. Si el rape a la parrilla está bien y el tronco de merluza a la plancha con refrito de ajos es correcto, el besugo -depende del momento- puede resultar espléndido o algo atrasado de fechas. En los entrantes se repiten los dientes de sierra: el jamón ibérico de Joselito es soberbio; las croquetas de hongos, muy espesas y con gusto a harina cruda, hacen añorar las cremosas de Usurbil; los pimientos de Guernica fritos son aceptables; la tortilla de bacalao es mejorable; el revuelto de perrechicos, muy fino; la ensalada Illunbe, estupenda, y los espárragos blancos templados, pasables, a pesar de que son de lata. El pan no vale nada, pero el café es de muchos quilates.
CENAS EN LA TERRAZA
AUNQUE ILLUNBE no es una sidrería y no se puede degustar sidra al txotx, emulando el rito de estos entrañables locales, brinda la opción de disfrutar del gustoso vino de manzana que elaboran en la casa guipuzcoana. Sidra embotellada muy fina, poco ácida y bastante aromática, ideal para acompañar los entrantes. Dentro de la bodega, en la que se aprecia un protagonismo manifiesto de los vinos riojanos, hay tintos de interés y algunos blancos de relieve. Es una lástima que tintos como Luis Cañas Crianza 98 se sirvan demasiado calientes y el cliente se vea obligado a refrescarlos en la propia mesa. Otra opción es el chacolí de Guetaria Talai Berri, muy fresco, capaz de desempeñar un papel semejante. De momento, uno de los puntos flojos son los postres, industriales, sin interés apreciable, muy lejos de la atención que reciben en Usurbil. Entre las tres tartas de rutina -queso, limón y chocolate- sólo se salva la primera. Del surtido de helados, también el de queso es mucho mejor que los de caramelo y fresa. Repertorio bien pobre que debería mejorar con urgencia. En un lateral anexo al comedor se abre una espaciosa terraza cubierta, decorada con sillas de teca, espacio perfecto para disfrutar de las noches veraniegas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.