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LA DOCUMENTA DE KASSEL

Pere Portabella, cambio de código

Sea o no subversivo el tema, lo más revolucionario que puedes hacer cuando utilizas un medio es el cambio de códigos. Los códigos siempre están en función de la ideología dominante, a la que hoy día denominamos mercado. El objetivo es atrapar la audiencia y conseguir la máxima rentabilidad. Y en este terreno, que corresponde a la producción de las multinacionales, hay gente de mucho talento, grandes directores y también historias que critican abiertamente el sistema, pero los códigos ya están establecidos por la producción para asegurarse sus objetivos. Lo realmente revolucionario, igual que pasó con las vanguardias de finales de siglo XIX, es decir que no, que estos códigos ya no valen porque están demasiado ligados al mercado'.

'El cine es una imagen polimórfica en la que intervienen el sonido, la imagen, las sombras, incluso lo que está fuera del cuadro'

Pere Portabella (Figueras, 1927) -uno de los dos únicos artistas españoles, junto al escultor Juan Muñoz, seleccionado para participar en la Documenta 11- está contento. En Kassel se proyectarán tres de sus películas, de diferentes épocas: Umbracle (1971- 1972), realizada cuando formaba parte del Grup de Treball, que aglutinaba a artistas conceptuales como Muntadas, Francesc Torres y Jordi Benito; Informe general sobre algunas cuestiones de interés para una proyección pública (1976-1977), rodada en los inicios de la transición española y lanzando a la oposición al régimen la pregunta de cuáles eran sus mínimos para asegurar el pase pacífico desde la dictadura al Estado de derecho, y Pont de Varsòvia (1989-1990), filmada tras abandonar la política en la que había intervenido directamente desde la transición.

La filmografía de Pere Portabella no es muy conocida por el gran público, aunque sus seguidores provienen tanto del mundo del arte como del cine. Para él no hay contradicción porque defiende con pasión el carácter artístico del cine. 'El que me hayan seleccionado me hace sentir bien porque siempre he tenido que luchar para defender que el cine es un lenguaje artístico. Me alegra que dentro de todas las propuestas que hace la Documenta de arte contemporáneo incorpore a un creador que hace películas con actores, operador y explicando una historia. Me siento cómodo en este contexto porque entiendo que se me ha seleccionado como un cineasta que hace su aportación desde un lenguaje determinado'.

Ha tenido que ver en esta historia el que en febrero de 2001 el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) le dedicara una retrospectiva que básicamente funcionó como archivo de otras muchas películas históricas del cine de autor difíciles de ver en los circuitos comerciales. Su título, Historias sin argumentos, responde en parte a este objetivo de explicar historias utilizando todo tipo de medios, pero evitando en lo posible el código clásico del argumento. 'El cine es una imagen polimórfica en la que intervienen el sonido, la imagen, las sombras, incluso lo que está fuera del cuadro, y esto permite una mirada totalmente libre', afirma. Se piensa que para todo este tipo de cine que no utiliza los códigos de las multinacionales no hay demanda, 'pero el problema es que no circula'.

'Le he cedido al Macba 16 de mis películas, no los derechos sino las copias, con la condición de que no vayan a un armario sino que se exhiban en un espacio habilitado con monitores en el que también se puedan ver películas de otros realizadores. La idea es que la gente pueda ir a ver las cosas, que el cine sea considerado una pieza que en tanto que lenguaje artístico puede ocupar cualquier sala y se facilite el acceso de estas obras a la gente interesada. Algo que no hacen ni las filmotecas, ni mucho menos los cines, que están controlados por la producción estándar'.

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