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Manuel Rivas reivindica la importancia de 'las cuentas pendientes' en su libro de relatos 'Las llamadas perdidas'

'Todos estamos hechos de lo que perdemos, de lo que no somos, de las cuentas pendientes', dice el escritor Manuel Rivas (A Coruña, 1957). Su último libro Las llamadas pérdidas (Alfaguara) así lo reivindica a través de 25 relatos, historias ambientadas entre los años 50 y el mundo contemporáneo, en los que despiertan 'las cuentas pendientes'.

Rivas cuenta que descubrió por casualidad en un viaje en autobús la importancia de 'las llamadas pérdidas' entre la gente que se ha habituado a usar el teléfono móvil. 'Es una expresión coloquial, que no sólo nos remite al pasado, sino también a la vida presente, a las cuentas pendientes de nuestro hoy'.

En los relatos de Las llamadas pérdidas aparecen pocos móviles, pero tienen importancia las máquinas. Rivas, harto ya de que le etiqueten como un escritor del realismo mágico, defiende que lo realmente mágico no es un animal que habla o un muerto que se aparece, sino una lavadora que funciona.

El autor de ¿Qué me quieres, amor?, el libro con el que consiguió en 1996 el Premio Nacional de Literatura, explica que todos los relatos de su última obra 'parten de un desasosiego'. Rivas ve en la imagen de los boxeadores en combate la metáfora de sus relatos. 'Como en el boxeo, hay caídas, pero siempre con la voluntad de levantarse de la lona ', compara.

Parte de los cuentos rememoran el pasado y 'un mundo rural, nada idílico del franquismo'. Aquel temor al sistema vivido en la Galicia de la dictadura ha evolucionado hacia lo que Rivas denomina 'miedo contemporáneo', y que considera un elemento disgregador en la sociedad. 'Estamos sometidos al reinado del cinismo y a la fabricación constante del miedo', destaca.

El escritor presentó ayer La llamadas perdidas en Bilbao en una lectura pública de varios de los relatos íntegros. En el acto, en la Biblioteca de Bidebarrieta, la intervención de Rivas se intercaló con los fados que interpretó la cantante gallega Iria Peña. 'Los fados tienen un fondo rebelde, un componente de ruptura', explicó el escritor. 'Quienes cantan fados desafían el destino'.

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