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Entrevista:FERNANDO CASTETS | Guionista de 'El hijo de la novia' | NOTICIAS Y RODAJES | NOTICIAS Y RODAJES

'El cine existe como industria, pero no como política cultural'

El guionista Fernando Castets (Buenos Aires, 1959) comenzó su andadura cinematográfica con Victoria 392, escrita, dirigida y montada por él. Suyos son los guiones de los filmes de Juan José Campanella El hijo de la novia y El mismo amor, la misma lluvia, que se estrenará en julio en España. La semana pasada participó en Alicante en el II Laboratorio para guionistas, organizado por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y el Instituto Sundance.

Pregunta. ¿Cómo valora la situación de los guionistas?

Respuesta. En lo que respecta a España, el material que he leído es muy bueno por su diversidad, variedad de temas, estilos y formas. Como espectador me gusta ver un producto más amplio, quizá no tiene nada que ver con mi estilo, pero en la variedad está el gusto.

'El guión es un trámite, pero si no construimos bien el puente no llegamos a la orilla'

P. ¿Cuántos guiones ha analizado estos días?

R. He tenido que analizar cinco trabajos, de los 10 finalistas, y asesorar a sus autores en algunas cuestiones. El resto de trabajos han sido valorados por un jurado de especialistas estadounidenses. Yo, aunque soy argentino, después del éxito en España de El hijo de la novia me considero español.

P. Hablando de El hijo de la novia, ¿cree que es su mejor trabajo?

R. Las dos películas por las que tengo un amor especial son El hijo de la novia y El mismo amor, la misma lluvia, que aunque es anterior, de 1999, llegará a España en julio. Son dos películas que quiero como a un hijo, pero la repercusión de El hijo de la novia ha sido especial, me siento orgulloso, su incidencia escapa a lo que uno podría imaginar en un principio.

P. ¿A qué cree que se debe el éxito de esta película?

R. A algo que aprendemos todos, que siempre es bueno pintar una aldea propia. En Clarín, el diario más importante de Argentina, la catalogaron de 'excelente comedia bien porteña', pero si me hubieran encargado escribir sobre eso pensaría en el tango y otros tópicos argentinos, pero, sin embargo, eso no tiene nada que ver con la película. Cuando llegó a España el público se sintió identificado con los personajes, el tema, o las emociones. Acá fue una eclosión, fue fantástico.

P. ¿El hijo de la novia la definiría usted como una comedia costumbrista?

R. Yo la considero como una comedia a la italiana, como sería Nos habíamos amado tanto. Una mezcla de lágrimas y sonrisas, drama y comedia. Me gusta combinar momentos grotescos, momentos terribles o serios, pero nunca solemnes.

P. ¿Cómo definiría la situación de cine en Iberoamérica tras el éxito de El hijo de la novia y otras producciones tanto argentinas como mexicanas que están teniendo una gran aceptación en Europa? ¿Resucita el sector?

R. No creo, tantas veces mataron al cine latinoamericano y tantas veces lo han resucitado, que es difícil hacer un diagnóstico y pensar que lo peor ha pasado. Lo cierto es que el cine existe como industria, pero no como política cultural. Hacer cine es una tarea de largo aliento, largo plazo, pero nunca las políticas culturales se proyectan así, requiere un rendimiento rápido. Y nosotros, ¿cómo podemos pensar en las películas que haremos el año que viene si no sabemos el presidente que tendremos mañana? Nuestro principal embajador cultural es el cine, cuando se habla en el extranjero de lo bueno que tenemos en Argentina siempre se hace referencia al deporte y al cine o el teatro, lo peor son los políticos y la economía. No entiendo lo que pasa, es muy complejo, si el Gobierno no se ocupa de la política económica, que importa al bolsillo, ¿cómo se ocupa de la cultura? Pero pese a todas estas dificultades se hacen buenas películas.

P. ¿Por qué triunfan en Europa estas producciones?

R. Un factor es la calidad, el gusto, la novedad, temas interesantes, nuevos, que aportan al espectador. Es un fenómeno que la historia analizará, pero en momentos de crisis en Argentina se hacen muy buenas películas, pero si perdura el problema económico no habrá producciones nuevas. El cine es un arte industrial, y si no hay dinero no hay cine.

P. La situación política en Argentina, ¿qué consecuencias tendrá para el cine?

R. Terribles y lamentables, cuando hay inflación uno nunca sabe cuánto cuesta hacer una película, el coste es difícil de calcular. Pensar eso cuando no se sabe con el día a día qué pasará es terrible, la crisis repercute siempre en la cultura.

P. ¿Cuál es el secreto de una buena película: el guión, el director, los actores...?

R. [Risas] Un poco de todo; si tuviera un secreto y conociera la fórmula la hubiera usado hace 20 años. Creo que obedece sobre todo al guionista, el que escribe la idea crea los personajes, la historia... Escribir un guión es como construir un gran puente, siempre buscamos llegar a la otra orilla disfrutando de la película, pero eso requiere tiempo. El guión es un simple trámite, pero si no construimos bien el puente no llegamos a la otra orilla, y no tenemos película. Los americanos lo tienen claro, y eso es bueno que lo aprendamos de ellos, sin guión no hay nada que hacer.

P. Usted siempre ha hecho guiones y teatro, no se ha atrevido con un libro.

R. Lo más parecido a literatura ha sido el prólogo del libro del guión de El hijo de la novia. No he hecho nunca una novela, un cuento, un relato, me conformo con el guión, algunos le llaman literatura de tránsito, pero a mí no me gusta ese término,pero comparto que el guión sólo existe si luego se hace una película.

P. Y sus experiencias en los guiones de teleseries.

R. Un trabajo muy intenso, pero muy gratificante. Requiere un nivel de exigencia mayor, el año pasado escribimos 39 horas de televisión, lo que equivale a más de 25 películas, pero nos ponemos a trabajar entre cuatro o cinco guionistas y la historia fluye.

P. ¿Cómo se hace eso?

R. Muy rápido, me gusta la colaboración, el trabajo en equipo, siempre hay alguien con una idea brillante. Además, la reescritura es fundamental, todos pensamos que tenemos la versión ideal, pero siempre hay un compañero que aporta algo nuevo genial y brillante.

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