Renovar el encanto
Los Encantes de las Glòries mejorarán sus instalaciones en plena incertidumbre sobre su futura ubicación
Llegó el 26 de agosto de 1928. Lluís Barberà, de 80 años, se instaló para vender en una explanada donde no había nada, salvo campos, y ahí sigue: en los Encantes de las Glòries. La ubicación de los Encantes, en realidad, siempre ha tenido cierto carácter de provisionalidad. 'En el año 1928 tuvimos que dejar la avenida de Mistral porque se estaba preparando la Exposición Internacional de 1929. Nos dijeron que sería por tres meses y aquí seguimos', recuerda Barberà, que ha sido encantista durante décadas. Tal vez por eso se toma la cuestión del traslado del mercado de los Encantes con bastante filosofía: 'Ya veremos lo que pasará, pero mientras hay que mejorar las instalaciones'.
'En 1928 nos dijeron que estaríamos tres meses y aquí seguimos', dice un comerciante
No se prevén grandes reformas -renovar el tendido eléctrico y asfaltar algunas calles-, pero sí las suficientes para seguir vendiendo en las Glòries sin el riesgo de tener un percance con la luz o con el suelo. Las mejoras tienen un presupuesto de 78.000 euros (13 millones de pesetas) y serán costeadas entre el Instituto de Mercados del Ayuntamiento y los cerca de 500 vendedores censados.
La decisión de adónde irá el viejo mercado parece que va para largo. 'No nos comunican nada, pero creemos que en dos o tres años no habrá ningún cambio', comenta Diego Escámez, presidente de la junta del mercado de los Encantes.
Hace unos cuatro años, los vendedores llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento para trasladarse al interior del anillo de las Glòries. Pactaron, incluso, el coste del traslado: unos seis millones de euros. Pero el consistorio cambió de criterio y hace dos años anunció que los Encantes se trasladarían al Vall d'Hebron. El anuncio hizo saltar por los aires a la junta de encantistas, que se pronunció rotundamente en contra. La posibilidad de tener por vecinos a los Encantes también fue contestada por las asociaciones de vecinos del Vall d'Hebron.
Desde entonces no se ha movido ficha y la tan anunciada transformación de las Glòries tampoco toma forma, a excepción de los proyectos estrella arquitectónicos: la cripta que diseña Oriol Bohigas para acoger un museo de museos; el edificio que acogerá oficinas municipales -un rascacielos extraplano con formas ondulantes- de la firma de Federico Soriano, y la plaza de Las Artes, que diseña Zaha Hadid en la manzana que se enfrenta al Auditori y al Teatre Nacional de Catalunya. Los tres arquitectos dan por terminados sus respectivos proyectos que serán sometidos a la comisión de calidad.
El Ayuntamiento contesta con un 'se está trabajando' cuando se le pregunta sobre la tan anunciada reforma de la plaza de las Glòries y su entorno. Los vecinos empiezan a estar cansados de la indefinición: 'En las reuniones que hemos tenido no acaban de concretar, y lo que vemos es que perderemos zona verde y, por el contrario, tendremos más tráfico', dice un miembro de la Asociación de Vecinos del Clot.
Mientras, a los encantistas les llegan noticias de posibles ubicaciones futuras. Una de ellas es el área del Fòrum, al inicio de la Diagonal: 'Queremos que se nos escuche y no que se nos impongan decisiones', insiste Escámez. Añade que uno de los problemas del mercado es la falta de espacio, y ahora ocupan unos 15.000 metros cuadrados. 'Somos unos 500 con espacio fijo, además de las subastas, pero hay muchos interesados en instalarse de forma estable'.
El mercado de los Encantes es fiel reflejo de lo que ocurre en Barcelona; la presencia de inmigrantes al frente de puestos de venta empieza a notarse: son unos 40 o 50, según cálculos del presidente de la junta. El paisaje y paisanaje del mercado de ocasión es de lo más variopinto y, si bien son frecuentes las conversaciones en árabe, también se utilizan otros idiomas.
Los Encantes de Barcelona o la fira de Bellcaire llevan siglos en movimiento. Ya en 1500 había un mercado en la plaza Nova y 100 años después cambiaron a la plaza de Sant Jaume. En 1700 se situaron cerca del mar, junto a la Lonja. A finales del siglo XIX se instalaron en los alrededores del mercado de Sant Antoni, junto a la avenida de Mistral, y desde allí hasta su actual emplazamiento.
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