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Josef Ackermann | PERFIL

Un suizo para el banco alemán

Amable y atento, pero siempre algo distante: así describen sus colaboradores a Josef Ackermann, de 54 años, quien el 22 de mayo fue confirmado, en junta de accionistas, como presidente del Deutsche Bank. La descripción concuerda con el perfil psicológico que requiere su especialidad: Ackermann es banquero de inversión, el primero al frente del Deutsche Bank, una entidad que lleva 132 años haciendo y deshaciendo la llamada Alemania, SA. Más aún: Ackermann no es siquiera alemán. Es suizo. Visto desde allende de los Pirineos, la diferencia puede parecer mínima. Pero no es cierto: un abismo histórico y cultural separa ambos países.

Y así los siempre tan rígidos banqueros del Deutsche han tenido que acostumbrarse a que su nuevo presidente (quien desde hace 20 meses, cuando fue designado sucesor de Rolf Breuer, participa en la dirección del banco) guste expresarse en símiles alpinos. 'A ver, señores, la estrategia ha de ser como si escalásemos el Matterhohn, el pico más alto de Suiza', lo cita el Süddeutsche Zeitung. 'Quien quiera lograrlo, requiere un equipo adecuado', agrega. La cima a coronar es llegar a formar parte de los cinco mayores bancos del mundo. Es un trayecto empinado y más vale no llevar tanto equipaje: el nuevo presidente del Deutsche ha anunciado que continuará el recorte de plantilla y que se disgregarán o venderán todos los negocios que no resulten cruciales para la entidad.

Ackermann sabe de qué habla cuando evoca las montañas. Hijo de un médico, el banquero creció en la pequeña localidad de Mels, en el cantón suizo de St. Gallen. Allí mismo, en una universidad de élite, estudió Sociales y Económicas, con especialización bancaria. Tras doctorarse en 1977, muchos esperaban de él una carrera académica. Pero su camino fue otro: ingresó en la Schweizerische Kreditanstalt, precursor del Crédit Suisse, una entidad para la cual, a lo largo de los años ochenta, trabajó en banca empresarial, mercado de divisas y banca de inversión, en Nueva York, Lausana y Londres.

La calma con que fue recibido el hecho de que el principal banco alemán, por vez primera, sea dirigido por un extranjero demuestra que lo de la idiosincrasia suiza es relativo y que hoy, más que nunca, el gran capital habla inglés. A Ackermann, en el Deutsche Bank, lo llaman Joe, así a secas, como también se le conocía en Nueva York.

Casado y padre de una hija, el suizo sabe pronunciar también shareholder value, lo cual es fundamental en una entidad que, pese a acumular una formidable montaña de activos, es de segunda categoría en lo que a capitalización bursátil se refiere.

SCIAMMARELLA

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