Muy bonitos los caballos
Los caballos, muy flamencos, con sus colores vistosos, valientes, toreros, artistas. Muy bonitos. Y los rejoneadores, oscuros, vulgares, imprecisos y pesados. Y como éstos mandan sobre aquéllos, el espectáculo resultó tedioso, cansino y aburrido hasta lo insoportable. Un petardo en toda regla protagonizaron ayer los tres caballeros.
Sólo la benevolencia y el desconocimiento del público impiden que un festejo como éste acabe como el rosario de la aurora. Ayer, el único que estuvo en su sitio fue el presidente, que no concedió trofeos no solicitados mayoritariamente y evitó que el supuesto prestigio de la plaza se arrastrara por los suelos.
'No nos agües la fiesta, presidente, que es sábado', se lamentaba una admiradora. 'Los de provincias somos más generosos', añadía su acompañante. Y el presidente, que a lo mejor nació en Cangas de Onís, que nones.
De la Puerta / Domecq, Cartagena, Galán
Cinco toros despuntados para rejoneo de Julio de la Puerta y uno, el 6º, de la Vda. de Flores Tassara, desiguales de presentación, mansos, flojos y descastados. Luis Domecq: rejón en lo alto (ovación); bajonazo y tres descabellos (silencio). Andy Cartagena, bajonazo (ovación); dos pinchazos y rejón en lo alto (vuelta). Sergio Galán: rejón trasero y bajo (ovación); rejón muy trasero -aviso- y tres descabellos (ovación). Plaza de las Ventas. 1 de junio. 18ª corrida de feria. Lleno.
Las broncas que recibió debieron tener como destinatarios los rejoneadores. Porque ni uno de los tres clavó al estribo, como debe ser, sino a la grupa, a toro pasado. Los tres, muy imprecisos, e incansables a la hora de dar vueltas y vueltas. Especialmente mal estuvo Luis Domecq, que volvía después del atentado sufrido por sus caballos, lo que no justifica en modo alguno una actuación tan desafortunada e impropia de su acreditada técnica. Falló en rejones y banderillas y pasó en falso hasta la desesperación.
Más espectacular Andy Cartagena, que se justificó con las banderillas al violín y su torería al templar a dos bandas. Por lo demás, cansino y vulgar.
Y Sergio Galán se dejó tocar mucho las cabalgaduras; corrió, corrió y corrió; falló y falló; puso bien algunas banderillas al quiebro y mató muy mal.
Quede claro: ni uno clavó al estribo. Ni uno toreó como mandan los cánones. Y las broncas, al presidente. Ay, este público...
Babelia
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