Más allá de la justicia
Leo en la prensa un terrible suceso que me conmociona y, a la par, me produce una dolorosa sensación de impotencia. Adoración, mi defendida en turno de oficio, ha muerto estrangulada.
Para el presunto asesino -su propio hijo José Luis, a quien ella había denunciado por malos tratos- insté una orden de alejamiento del domicilio materno que fue dictada por el juez.
Hasta aquí podía llegar, en las circunstancias del caso, la acción equilibrada de la justicia. Cualquier aviso a la policía habría sido suficiente para vetar la cercanía del peligroso sujeto, pero me temo que, al igual que en tantos y tantos escenarios de abominable violencia doméstica, el sentimiento se impuso a la razón.
Descansa en paz, Adoración. ¡Ojalá tu sacrificio sirva de freno a la aceptación de falaces arrepentimientos!
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