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RICARDO BLÁZQUEZ

Obispo en precario

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Se ha esforzado por ser 'obispo de todos' y, pese a los pesimistas augurios de Iñaki Anasagasti, consiguió hablar euskera en pocos meses. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, este abulense de 60 años, políglota y experto teólogo, no ha logrado tomar completamente las riendas de la difícil Diócesis de Bilbao. Llegó a ella en 1995 procedente del obispado de Palencia y con los recelos de todas las estructuras diocesanas y del PNV. El 'tal Blázquez', como le llamó desdeñosamente Arzalluz, ha tenido que convivir con una sólida estructura diocesana puesta en marcha por Uriarte, parte de la cual no ha dejado de verle como un cuerpo extraño impuesto por el Vaticano. Ha intentado realizar gestos de aproximación a las víctimas del terrorismo, venciendo la renuencia de parte del clero, y ha tenido que pedir 'disculpas' públicas por la cuenta de inversión que la diócesis tuvo en en el BBV Privanza del paraíso fiscal de Jersey.

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La Iglesia vasca 'se retrata'
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