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Crónica:LA MAESTRANZA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Teoría del mando en plaza

Dícese de alguien que tiene mando en plaza cuando demuestra autoridad para dominar una situación. La expresión, surgida del ámbito castrense, puede ser aplicada literalmente a la fiesta taurina por celebrarse ésta también en una plaza de toros. Ayer, en Sevilla, un toro y un torero, Cisquero y El Cid, aplicaron a rajatabla el sentido más riguroso de la expresión.

El matador hizo gala de su dominio y capacidad técnica en la lidia de su primer toro, un animal noble y que le permitió el lucimiento. El Cid lo recibió con elegantes lances a la verónica y cuando, ya con la muleta en la mano, el animal rompió a embestir, el torero la manejó con autoridad con la mano derecha, llevando al toro siempre embebido en sus vuelos, ligando los pases, redondos, rematados, como corresponde, con notables pases de pecho. Así, tres tandas, hasta que, intentando el natural, el toro pisó y desarmó al torero, éste trató de rehacer la figura, aquél se rajó y se acabó lo que se daba. Su eficacia con la espada, cuya falta ha privado a El Cid de triunfos en Madrid y Sevilla, propició que ayer cortara una oreja.

De la Puerta / El Cid, Vilches, F. Pineda

Seis toros de Julio de la Puerta, mansos, blandos y sosos, excepto el 1º, noble y manejable. El Cid: estocada caída (oreja); pinchazo y estocada caída (ovación). Vilches: pinchazo, media caída -aviso- y seis descabellos (silencio); siete pinchazos y un descabello (silencio). Fernández Pineda: pinchazo, estocada contraria y un descabello (silencio); pinchazo, media delantera, un descabello -aviso-, otro descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 30 de mayo. Festividad del Corpus Christi. 24ª de abono. Algo más de media entrada.

Ante el cuarto, El Cid conservó la dignidad, pero quedó desautorizado por Cisquero, un general de brigada disfrazado de mulo, manso redomado, que acampó junto al burladero del tendido cuatro y cavó trincheras, impidiendo cualquier cosa parecida a la lidia. Tanto mando tenía que hasta forzó que el caballo de picar, aburrido de esperar a que los peones movieran de allí al toro, saliera del ruedo en sentido contrario al reglamentario. De la comparación con El Cid salen muy perjudicados sus compañeros de cartel, Vilches y Fernández Pineda, muy nerviosos e inseguros, jamás confiados o dominadores con sendos lotes de bueyes mansos.

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