Uno de morcilla
Granada es una ciudad literaria y poética, situada en zona sísmica, que rinde culto a la morcilla como pilar de su gastronomía popular y que tiene hoy, afortunadamente, a El Fandi como su máximo terremoto. Sólo así se explica su triunfo: largas cambiadas de rodillas, verónicas que esconden un buen trazo, chicuelinas de rodillas, un par bajo a toro pasado, medio a toro arrodillado y el último caído. Una tanda ligada, dos más deslavazadas de uno en uno: terminó con unos molinetes de rodillas antes de perfilarse de largo y clavar abajo.
La mansedumbre de los dos primeros dejó inéditos a sus matadores; Ponce se quiso desquitar en el cuarto con una labor que tuvo recorrido desde el principio y dominio, que sirvieron para tapar la inexistencia del toreo ligado en serie, ejemplo de lo cual fueron tres cartuchos de pescado seguidos que enmascararon la continuidad.
Varias ganaderías / Ponce, Juli, Fandi
Tres toros de Las Ramblas, 1º, 5º y 6º, y tres de José Luis Pereda. Hubo mansos, flojos, anovillados y afeitados.
Enrique Ponce: silencio; aviso y vuelta. El Juli: pitos y dos orejas. El Fandi: dos orejas y oreja.
Plaza de Granada, 29 de mayo. 5ª de abono. Lleno completo.
El Juli sacó coraje y fuegos artificiales que se volvieron a repetir con El Fandi. Nadie olvide que el bocadillo de morcilla granadino en Madrid se torna de calamares.