Contar la aventura
Todo escritor quisiera tener dentro de sí a un particular Stevenson contándole La Isla del tesoro. Si no es todo Stevenson, al menos parte de él, para saber contar historias que se repitan de memoria, que se cuenten de boca a boca. Fernando Marías tiene al escritor escocés contándole historias a la oreja y La batalla de Matxitxako es una prueba de la pasión por las historias, de la magia de la escritura que se lee sin aburrimiento.
En los años 60 corría entre los teóricos de la literatura aquella referencia que habíamos encontrado en un teórico francés: la novela no debía de contar aventuras, su centro debía ser la aventura de contar. Es decir se pasaba del argumento situado en posición central del interés de la novela, a la manera de contar como interés principal del narrador.
Ahora en los noventa, las cosas se han vuelto un poco más complicadas, y en esta obra dirigida al público juvenil, Fernando Marías funde las dos fórmulas, demostrando así que todo puede popularizarse en estos tiempos de postmodernidad. La gracia de la historia que nos cuenta está en que cuenta la historia -una historia conocida, la pequeña batalla naval en Matxitxako- y cuenta también el proceso que sigue el narrador hasta encontrar el hilo que cuenta la historia. Novela de indagación que juega con los dos planos de representación: la historia novelada y la historia del descubrimiento del tema de la novela.
Vuelve la aventura, porque ella es el motor en los dos planos de la historia: en el plano histórico y el plano contemporáneo, la historia de una amistad, y la otra historia de un amor perdido, y la historia de una saga familiar, y el cruce entre una aventura personal en un friso histórico. Porque es aventura vivir una novela, pero lo es también escribirla, y es aventura descubrir historias secretas.
La novela juvenil es un campo propicio para la experimentación, y Marías aprovecha las distintas fórmulas técnicas para realizar una historia convencional, pero enriquecida por la mirada tierna con que se contempla a los héroes perdidos, y que además perdieron en la historia.
Novela de género, sí, con todas las referencias a los tópicos que haga falta y que se encuentren en el camino, dicho sea sin ánimo de molestar. Pero narración de peripecias que pueden atrapar al lector. Cuentan también que la colección pretende el acercamiento de la historia a los más jóvenes. Una especie de vuelta a Galdós.
Fernando Marías: La batalla de Matxitxako. Anaya, Madrid, 2002, 190 páginas, 6,15 euros.
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