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Una moneda al aire

Los precedentes históricos y el prolijo número de conflictos de estos días no invitan a mirar con optimismo a la selección española

Santiago Segurola
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Luces y sombras

Aunque es un equipo con carencias indiscutibles en la defensa, España tiene a su favor un grupo sencillo y un trayecto posterior sin obstáculos insalvables. Tampoco le faltan jugadores de clase, casi todos en el centro del campo y en el ataque: el triángulo Valéron-Raúl-Tristán, Baraja... El problema es que tendrá que preocuparse demasiado de blindar a la defensa. Hierro es imprescindible, pero comienzan a pesarle los años, más cuando tiene que jugar cada cuatro días. Nadal siempre ha dependido más de su condición física que de su calidad. Y parece más rígido y lento que nunca. Tampoco hay garantías en el lateral izquierdo, extremadamente débil. En estas condiciones, la gente que debería proteger a Raúl, Valerón y Tristán tendrá que estar más atenta a achicar agua en la defensa. Es una temible paradoja porque obligará a los centrocampistas a un esfuerzo descomunal si quieren estar en todos los sitios. Todo esto, sin que haya demasiadas noticias sobre el modelo que seguirá el equipo. Muy a última hora, Camacho se ha dado cuenta de los desequilibrios en la selección y ha apuntado algunas ideas que apenas han sido puestas en práctica. Si es un cambio hacia el 3-4-3 o hacia el 4-3-3, pillará a los jugadores desprevenidos y a los técnicos sin apenas rodaje en los nuevos entramados. A la vista de esta situación y del ruidoso ambiente, hay todo el derecho a pensar que esta selección es una moneda al aire.

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