Merrill Lynch agacha la cabeza
Acepta una dura sanción por engaño y se convierte en referente para otros bancos de inversión
Merrill Lynch, una de las más orgullosas firmas en la escena financiera internacional y el mayor 'broker' de Estados Unidos, ha recibido esta semana un baño de humildad. Ha aceptado pagar 100 millones de dólares de multa por los engaños perpetrados por sus analistas, ha hecho acto de contrición y ha manifestado propósito de la enmienda. Merrill ha evitado un gravísimo procesamiento o el desmembramiento a cambio de reformas estructurales que tengan efecto en el modo de operar de Wall Street.
A partir de ahora, la retribución de los analistas dejará de depender de su capacidad de atraer negocio
Merrill Lynch no ha asumido culpabilidad por lo ocurrido, en un intento (probablemente infructuoso) de evitar males mayores (rapaces abogados), pero como ha subrayado Eliot Spitzer, el justiciero fiscal general de Nueva York: 'No pagas 100 millones si no has hecho nada malo'. Merrill ha evitado un gravosísimo procesamiento o el desmembramiento a cambio de reformas estructurales que Spitzer dice 'van a cambiar el modo de operar en Wall Street'. Tardará en saberse si está en lo cierto.
Spitzer se puso el año pasado a investigar el feliz connubio entre analistas y la división de banca de negocios de Merrill, ante la extendida sospecha de que aquéllos trabajaban interesadamente para éstos a costa de los bolsillos de los desprevenidos inversores. Era un secreto a voces. Uno de los Pulitzer de este año lo ha ganado Gretchen Morgenson por sus informaciones en The New York Times sobre los intensos conflictos de intereses de los analistas, que dedicaban menos tiempo a investigar valores que a atraer el capital de los inversores hacia sociedades que eran clientes de sus bancos. 'Los inversores eran llevados como corderitos al matadero por analistas que sólo buscaban llenarse los bolsillos', comentó la periodista y antigua agente de cambio y bolsa el mismo día que Spitzer hacía públicas las corruptelas de los analistas.
El fiscal reveló en conferencia de prensa el 8 de abril las comunicaciones internas entre los analistas de Merrill, que no sólo hacían burla de la jaleada independencia entre analistas y bancarios, sino que revelaban cómo los analistas recomendaban públicamente la inversión en valores de los que no podían tener peor concepto en privado: porquería, basura y mierda, según los casos. A juicio de Spitzer, los inversores habían sucumbido a un fraude por valor de miles de millones de dólares. Merrill negó la mayor y hasta consideró inapropiada la sanción de 100 millones de que se habló en un primer momento, pero ha acabado por pasar por el aro, si bien un aro bastante más ancho de lo inicialmente deseado por Spitzer, quien llegó a plantearse la escisión de los analistas y los bancarios.
Intensa competencia
Históricamente los analistas han ejercido un discreto trabajo consistente en evaluar empresas, redactar informes, predecir resultados y hacer recomendaciones a los inversores. La explosión financiera de los años noventa, llevada al paroxismo con internet, las puntocom y las altas tecnologías y la salida a bolsa de miles de empresas, creó una intensa competencia en los bancos por conseguir parte del enorme pastel y sus jugosas comisiones. La euforia inversora, por otra parte, convirtió a los analistas en protagonistas y gurús en canales y programas de televisión dedicados a las finanzas. Sus consejos eran seguidos a pies juntillas por inversores ansiosos de participar en la cornucopia de la nueva economía. Lo que Spitzer ha probado es que los analistas eran, en realidad, agentes de ventas de los bancarios: cantaban las alabanzas de determinadas empresas para conseguir que esas empresas contrataran a sus bancos de negocios como agentes en las operaciones de salida a bolsa. A cambio de sus desvelos, sus retribuciones estaban relacionadas con el negocio que hicieran llegar a la casa matriz.
Merrill ha aceptado que así eran las cosas. 'Lamentamos sinceramente que hubiera circunstancias en las que algunos de los analistas de nuestro sector de internet expresaron opiniones que parecían ir en contra de las recomendaciones publicadas por Merrrill Lynch', dice la firma. 'Consideramos esta situación como un asunto muy serio'. David Komansky, presidente y consejero delegado de la firma del toro, ha pedido 'disculpas para cualquier conducta no profesional' de sus empleados, tras subrayar que el pago de la multa y la aceptación de cambios estructurales 'no supone prueba ni admisión de culpa o responsabilidad'.
La multa no es pequeña, pero es llevadera en una sociedad que facturó 3.780 millones de dólares en el año 2000 y ha conseguido evitar acusaciones penales por fraude y verse obligada a separar las divisiones de banco de negocios y de análisis. El paso por el banquillo no está descartado, a pesar de la declaración explícita de no culpabilidad. Spitzer ha renunciado, pero reconoce que los inversores pueden tener otras ideas. De hecho, distintos abogados con demandas pendientes han hecho saber que van a ir hasta el final en defensa de los intereses de sus clientes en querellas judiciales que pueden durar años y costar ingentes cantidades de dólares (entre 1.000 millones en caso de acuerdo pactado y 5.000 si el conflicto se agría).
Spitzer y Merrill Lynch han pactado reformas estructurales que pretenden hacer más transparente la actuación de la firma y poner distancia entre las secciones de los analistas y las de inversiones. Ya había trascendido que Merrill ofrecerá información a los inversores de las relaciones que el banco tiene o piensa tener con las compañías que evalúan sus analistas. Además, la retribución de los analistas dejará de depender de su capacidad de atraer negocio y tendrá que ver con el resultado financiero de las inversiones realizadas siguiendo sus recomendaciones. Tales evaluaciones serán revisadas por un comité en busca de rigor e integridad y el banco explicará, cuando dejé de cubrir determinada compañía, el porqué de su decisión. Un nuevo sistema de control velará porque las comunicaciones electrónicas entre analistas y bancarios se ajusten a patrones de independencia.
Merrill Lynch, que perdió 9.000 millones en capitalización bursátil al trascender la investigación de Spitzer y que ha visto su nombre enfangado, va a iniciar una intensa campaña publicitaria para recuperar el brillo de antaño. 'Nuestro objetivo es refozar la confianza de los inversores en el modo en que los analistas de valores llevan a cabo su investigación y realizan sus recomendaciones', dice Komansky.
Nuevas investigaciones
Spitzer cree que el desvincular la retribución de los analistas del negocio que atraigan a su firma cambiará de forma radical el modo de operar de Wall Street y que, por ello, Merrill sienta un precedente. El fiscal ha anunciado también que va a seguir con la investigación de otras firmas (se sabe que ha pedido documentación a Morgan Stanley, Credit Suisse Fisrt Boston, Salomon Smith Barney y Goldman Sach), pero los expertos aparecen divididos sobre la verdadera dimensión del cambio que estas reformas puedan introducir en el modo de trabajar de los analistas. Nadie duda de que habrá retoques y modos diferentes de hacer las cosas (Goldam Sach y Salomon Smith Barney ya han tomado algunas iniciativas parecidas a las de Merrill, pero se considera rayano en lo imposible la desaparición de conflictos de intereses dada la imbricación de las distintas facetas del negocio financiero y las dependencia mutua.
El premio Nobel Joseph Stiglitz aventura que 'cuando la gente deje de mirarles, lo volverán a hacer'. La Pulitzer Morgenson dice que habrá que esperar a que la bolsa vuelva a entrar en fase expansiva y nuevas empresas quieran entrar en ella para notar si se hacen realidad los presuntos beneficios para los inversores buscados con las reformas. Entonces se verá cómo reaccionan Merrill (y la competencia), sus analistas y sus bancarios, cómo funcionan las relaciones entre unos y otros y los efectos de la nueva situación sobre el inversor.
Dudas sobre las investigaciones de la SEC
La SEC, el organismo que vela por la legalidad de las operaciones en Wall Street, tiene también abierta una investigación sobre los analistas y sus potenciales conflictos de intereses, investigación que va a seguir. Conflicto de intereses y SEC van de la mano por las relaciones entre los rectores del ente fiscalizador y las firmas que investiga. Algunos comentaristas han señalado cómo la agresividad inquisitorial del fiscal general Eliot Spitzer ha superado a la SEC. No obstante, uno de los responsables de esta entidad ha manifestado que el acuerdo entre Merrill y Spitzer 'no es la última palabra', y que va a haber más pesquisas. La SEC realiza su investigación en medio de crecientes dudas sobre la idoneidad de sus máximos responsables para deslindar conflictos de intereses. Harvey Pitt, nombrado el pasado verano por George Bush presidente de la SEC, defendió en su día con éxito a las cinco grandes auditoras de los intentos de control de la propia SEC, y en estos días ha trascendido que recientemente mantuvo reuniones con el jefe de KPMG mientras esta auditora era investigada por la SEC. Otras reuniones que han hecho levantar cejas fueron las mantenidas por Pitt con el presidente de Xerox y con el constructor y dueño de casinos Donald Trump, cuando ambos grupos se encontraban bajo la lupa de sus inspectores. Pitt, que no atendió los consejos de sus abogados de evitar tales citas, alega que fueron reuniones en las que no abordó los conflictos pendientes. La SEC ha anunciado esta semana la apertura de un expediente sancionador contra la auditora Ernst & Young por violar la prohibición de mantener relaciones comerciales con una empresa a la que auditaba. El organismo de vigilancia investiga también la contabilidad sospechosa de otras cuatro empresas auditadas por Ernst & Young. Nada extraordinario si no fuera porque todas las presuntas irregularidades ocurrieron mientras Robert Herdman era vicepresidente de la auditora. Herdman es desde octubre jefe de la sección de contabilidad de la SEC, la máxima autoridad sobre contabilidad y auditoría. Fuentes de la SEC señalan que Herdman se mantiene fuera de las investigaciones sobre su pasado. Pitt dice al respecto que no hay razones para pedir la dimisión de Herdman.
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