Construyendo desde la utopía
'Ciencia-ficción y arquitectura viven de la creación de ambientes que no existen; en este sentido, son dos disciplinas propositivas, como muestran algunas de las propuestas de la arquitectura'. Con estas palabras abrió el pasado jueves Ángel Borrego el seminario Engénero que hasta el domingo estudia la relación entre ambos mundos, donde se incluyen el cine y la literatura, los satélites y las nuevas tecnologías, las miradas visionarias, en un cóctel más que atractivo. Es también el primer encuentro organizado por el recién inaugurado Artium y un reflejo de las intenciones del museo vitoriano para ceder un espacio y un tiempo a la arquitectura.
Borrego, coordinador del seminario, introducía un programa con dos vertientes definidas: la exposición de conferencias a cargo de arquitectos, artistas o profesores que indagan de una manera u otra en esos mundos futuribles y muchas veces nada utópicos, y la proyección de películas y vídeos. Los títulos cinematográficos clásicos se han reservado para este fin de semana: Alphaville, de Jean-Luc Godard, 2001, una odisea del espacio y La naranja mecánica, de Stanley Kubrick, hoy; y Solaris, de Andrei Tarkovskim y Blade runner, de Ridley Scott, mañana domingo.
Las proyecciones resultan un complemento idóneo para las reflexiones que desgranaron gentes como Eduardo Arroyo, François Roche, Laura Kurgan, Natalie Jeremjenko, Michael Webb y Mark Wigley, representantes, cada uno, de campos diversos de reflexión y práctica arquitectónica.
El más cercano es, sin duda, Eduardo Arroyo, joven arquitecto residente en Bilbao hasta los 20 años, que abrió su primera oficina en Dinamarca, y que ya hace unos años la ha trasladado a Madrid bajo el sugerente nombre de No.mad. Arroyo fue el primer conferenciante y también el más cercano en cuanto a referencias para el público vasco. No en vano llegaba a Vitoria pocas horas después de asistir a la colocación de la primera piedra de uno de sus últimos proyectos, el nuevo estadio de fútbol de Lasesarre, el campo del Barakaldo.
Arroyo explicó la génesis de algunas de sus obras, entre las que destaca por cercana el parque que ha diseñado para el barrio de Desierto, también en Barakaldo. Esta obra, conseguida por concurso, es buena muestra del juego nada frívolo que mantiene No.mad. En esta ocasión, la referencia primera de su trabajo fue el respeto a la memoria.
El parque se tenía que construir en el solar donde antes se levantaban los Altos Hornos. 'Nuestra intención fue recuperar la memoria a partir del porcentaje de cada material que había allí', explicó Eduardo Arroyo. El resultado en la pantalla del ordenador, más que gráfico, fue una amalgama de colores sobre una superficie, donde el hormigón, la madera, la hierba o el metal figuran en distintas proporciones. A partir de esto, diseñó el parque que podrían haber creado los trabajadores de Altos Hornos.
Las aportaciones de este arquitecto tienen otros encuentros divertidos en los que se juega con la realidad desde la ficción. Es el caso de tres polideportivos municipales daneses que salieron al mismo tiempo a concurso. Ante tal coincidencia institucional, Arroyo y su equipo se plantearon también una respuesta en serie. Crearon una empresa que vendía centros deportivos por correo, con la opción de una encuesta previa a los pueblos para que eligieran los módulos más apetecibles. La ironía no fue bien digerida por las autoridades escandinavas, que descalificaron la propuesta.
Después de la conferencia, Eduardo Arroyo tuvo tiempo para hablar de su ciudad natal, inmersa en un proceso casi de ciencia-ficción para quien había conocido esta urbe hace 30 años. 'El problema que puede tener Bilbao es que la población se defraude, al ver que el cambio sólo se queda en los dos polos del siglo XX [el Guggenheim y el Palacio Euskalduna], con un centro [Abandoibarra] que no responde a las expectativas del XXI', comentó.
Vinculado más con los proyectos públicos que con las construcciones privadas, ante una solicitud de vivienda-ficción, Arroyo apuesta por una zonificación. 'Las ciudades del futuro tendrán una orientación medieval, pero no su forma; es decir, vamos hacia lugares donde vivienda, trabajo y ocio estén cercanos y junto a la Naturaleza. Es más', añadió, 'el modelo de expansión vertical se está perdiendo hasta el punto de que en Estados Unidos los que viven en rascacielos están considerados como perdedores'.
Así como Arroyo lleva a la práctica sus planteamientos de ciencia-ficción (una visita a la página web de No.mad, en la dirección www.nomad.as, resulta imprescindible), otros ponentes han desarrollado su trabajo en el campo de las creaciones artísticas. Como Laura Kurgan, sudafricana afincada en Nueva York, que indaga alrededor de las nuevas tecnologías que desvelan el territorio terrestre. En la conferencia de ayer explicó sus trabajos en los que utiliza el satélite y otros medios militares de cartografía, con el fin de redescubrir el propio espacio.
Y, ya por la tarde, se pudo escuchar a Michael Webb, fundador del Archigram Group, y uno de los arquitectos míticos de los sesenta. Sus trabajos visionarios sobre la vivienda individual con la participación del automóvil reflejan el momento de esplendor que mantuvo aquella corriente. Webb, quien nunca ha llevado a la práctica a sus proyectos, ofreció la imagen ideal de ese arquitecto visionario que ha revisado el encuentro celebrado en Artium.
Las entradas para las proyecciones de las películas cuestan tres euros y se pueden adquirir en el mismo museo de la capital alavesa.
APUNTES
Artium inicia su ciclo de seminarios con una apuesta atrevida. Al ser un encuentro sobre la ciencia-ficción, casi todos los participantes no han llevado nunca a la realidad sus proyectos. Pero el museo ha abierto un hueco a las ideas hechas construcción, con la participación de autores señalados en lo que será una sección de arquitectura vasco-navarra.
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