Iñurrategi ve la conquista del Annapurna como un 'punto y aparte' en su carrera

Alberto Iñurrategi vivió ayer su primer día de descompresión, el principio de su tránsito hacia la rutina de lo cotidiano. Delgado, pero no desmejorado, el alpinista guipuzcoano empieza a asumir su gesta no tanto como 'un punto y seguido', sino como 'un punto y aparte'. En el Annapurna (8.091 m), cuya cima le he colocado como el décimo hombre que suma las 14 cumbres más elevadas del planeta, Alberto Iñurrategi ha tomado plena conciencia de lo arriesgado de su empresa. Tanto que ahora desea concederse un margen para replantearse su futuro: 'Ya no estaré tan condicionado a la hora de elegir los objetivos. Estaré más relajado y con mayor libertad a la hora de elegir las actividades', aseguró el guipuzcoano.

La conquista de los 14 ochomiles es un sinónimo de libertad para los que sobreviven al reto. Alberto Iñurrategi confesó ayer haber asumido más riesgos en su última expedición que en las 13 anteriores: 'Hemos andado al límite. Sin la compañía de Jean Cristophe Lafaille [uno de los mejores alpinistas del mundo], quizá no hubiese tenido ese punto de locura y de motivación para seguir en losmomentos críticos', razonó Iñurrategi.

El ataque a la arista este del Annapurna se preveía más complicado desde el punto de vista físico que del técnico. El viento y la falta de nieve convirtieron la travesía en un largo y delicadísimo equilibrio sobre el lomo de una vía que nadie antes había completado en su recorrido de ida y vuelta. Jon Beloki, compañero de expedición de Iñurrategi, reconoció ayer que echó de menos 'ese puntito de locura que comentaba Alberto' para acompañar a la pareja hasta la cima. De momento, es probable que ambos viajen a Kenia en septiembre, para afrontar poco después un ataque invernal al Cho Oyu (8.201 m).