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Columna
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Triunfo

Nos han llegado a Sevilla los cantantes de la Operación Triunfo. Una operación que ha resultado una verdadera sorpresa: práctica y eficiente como nadie hubiera podido imaginar. Va repartiendo entusiasmo entre miles de jóvenes que se temían difíciles de entusiasmar. Comparado con Gran Hermano tiene un estilo muy civilizado y hay incluso quien piensa que puede ser un antídoto contra la droga. Ha sido un acierto tan morrocotudo que merece un estudio más profundo de lo que yo puedo hacer aquí.

En primer lugar salta a la vista el poder de la televisión, que no es nada nuevo. El programa no sólo consigue una enorme audiencia sino que también encumbra en muy poco tiempo a un grupo de jóvenes, más o menos dotados, instruyéndoles para interpretar, desde la cima en la que los coloca y ante un público entregado, canciones conocidas que encandilan a miles de jóvenes como si les estuvieran ofreciendo una promesa para su propio futuro. Porque el hecho de que se entusiasmen quiere decir que se identifican con los héroes del programa, que, a su vez, vienen a ser ejemplo de un tipo de igualdad de oportunidades más bien virtual: cualquier persona dotada en algún campo, con un poco de práctica y la suerte de llegar a la televisión, puede llegar bien lejos en un pis-pas.

El peligro es que se valore el éxito sin contar con el esfuerzo, con el que se conseguiría menos audiencia. Más que preparar parece que se trata de acunar a una sociedad de inmaduros, lo que no deja de ser más barato y fácil de controlar que una sociedad madura a través del estudio y el trabajo.

Es magnífico que los jóvenes crean en la posibilidad de triunfo y no hay nada como presentarlo de carne y hueso y conseguido con un esfuerzo tan corto como divertido. Siempre existirá un puñado de raros empeñados en el estudio para conseguir el conocimiento; raros que también son necesarios para avanzar en las ciencias y en las técnicas del mundo globalizado. Un puñado. Y a los demás se les entusiasma mientras esperan su oportunidad y su suerte.

Operación Triunfo ha sido un descubrimiento y una sorpresa que se repetirá con otras caras y otras artes.

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