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Reportaje:

Agresores impunes

Sólo el 3% de las denuncias por malos tratos acaba en condena

Todos somos iguales ante la ley, dice el artículo 14 de la Constitución. No tanto, replica Aurora Genovés, una abogada cordobesa especializada en malos tratos. 'El Derecho se aplica de forma diferente según sea hombre o mujer quien solicita el amparo de la justicia', sostiene.

Y como muestra, este texto, perfectamente real, sacado de una sentencia dictada en 2000: 'Por lo que hace al testimonio de la mujer, hay que decir que su valoración presenta dificultades adicionales... Baste tener en cuenta que puede ser perturbado por su sensibilidad y por las disposiciones psicofisiológicas inherentes a su sexo, pudiendo sufrir alteraciones más o menos profundas en los períodos de la menstruación, el embarazo, el parto, la lactancia y la menopausia... En las mujeres es fácil y frecuente la tendencia a la exageración... Hay que desconfiar del testimonio de los niños, de los ancianos, de la mujer'.

Éste es sólo uno de los sustanciosos documentos que aporta Aurora Genovés en su libro El valor de la palabra. El tratamiento jurídico de los malos tratos en Córdoba, recién publicado por la Cátedra Leonor de Guzmán, impulsada por la Diputación y la Universidad. Pero quizás el dato más llamativo sea que sólo el 3% de las denuncias por malos tratos se salda con la condena del agresor. El 97% restante termina con su absolución. Lo cual deja indefensa a la víctima e impune al delincuente.

Cuando una mujer maltratada entra en un juzgado tropieza con mucha desconfianza. 'Si el testigo es la víctima y el único medio de prueba, la valoración suele ser nula; la declaración de la víctima no se considera, por sí sola, prueba suficiente', indica Genovés. Si la víctima cuenta con el testimonio de sus parientes, no le va mucho mejor. 'A veces el juzgador cree que los familiares tienen interés directo en el pleito, o que están contra el denunciado, de modo que no da a sus testimonios valor suficiente para proceder a la condena'. Parece, pues, que la única manera de que se dé crédito a un relato de violencia es traer un parte de lesiones. Entonces se estudia con todo cuidado y se coteja con el relato de la denunciante, y si cuadra, sí se considera prueba suficiente.

'Pero hay muchos casos en los que no hay lesiones físicas', añade la abogada. 'Lo que más se repite son las amenazas'. Un hombre que mira fijamente a su pareja y le dice: 'Te quedan tres días. Te voy a matar, a ti y a tus hijos'. Eso no deja heridas, advierte Genovés. 'Lo que sí se puede hacer es acudir a un médico para que certifique la ansiedad. Cuando te asustas mucho te sube la tensión, sudas más, respiras peor, y eso sí puede registrarse, como un parte de lesiones psicológicas'.

El hecho es que las amenazas no se tramitan como delito, sino como falta. Legalmente se considera más grave un robo con fuerza en las cosas. 'Las amenazas de muerte deberían ser delito', defiende la abogada, 'porque tienen un impacto bestial en las mujeres, que quedan indefensas, muertas de miedo'. Ahora, un agresor de este tipo puede salir libre con una multa de unos pocos euros.

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Los juicios, además, duran 10 minutos y se resumen en medio folio. Es común que la denunciante salga del juzgado confusa, con la sensación de que la juzgada es ella. El interrogatorio de la víctima está encaminado a descubrir mentiras, contradicciones o motivos inconfesables por los que pueda faltar a la verdad. Se le pregunta, por ejemplo, si está bajo tratamiento psicológico; si contesta que sí, eso indica que está 'loca', e invalida parcialmente su testimonio. Incluso le preguntan si quiere una pensión alimenticia mayor, si la agresión surge durante los trámites de separación. Si dice que sí, se entiende que la denuncia es falsa, hecha para conseguir más dinero. En cambio, señala Genovés, al acusado se le trata menos incisivamente. 'Se le pregunta si la denuncia es verdad y, a poco que conteste que no, el asunto se ha acabado'. Muchas veces, se explaya con los motivos que han llevado a la mujer a presentar una denuncia incierta.

Ante esto, ¿para qué denunciar? 'No es inútil, pero no hay que presentarlo como panacea. Muchas denunciantes acuden a la justicia con buena fe y acaban con problemas añadidos. Habría que hacer campañas con dotación presupuestaria; no puede ser cosa de hacerse una foto y poner cuatro parches', recalca la abogada.

El estudio se realizó en Córdoba, a partir de sentencias dictadas en 2000, pero la realidad que retrata, recalca Genovés, es extensible a toda España. 'Y no es que en los juzgados haya más sexismo ni más discriminación: que quede claro que las salas son un fiel reflejo de lo que pasa en la calle'.

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