La que nunca falla
Séptimo podio europeo de Isabel Fernández tras los olímpicos y mundiales
Muy pocos deportistas españoles han tenido en la historia un balance tan redondo en la alta competición. Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse, y ahí quedaron los cinco Tours de Miguel Induráin, los 12 +1 títulos mundiales de Ángel Nieto y otras hazañas de ese puñado de estrellas que han jalonado la historia pasada y, sobre todo, la más abundante y reciente del deporte español. Se le critica a Carlos Sainz que no gana carreras en el Mundial de rallies, por ejemplo, pero es de los pocos que están siempre rondando la victoria entre los escogidos. Si el triunfo es difícil, no lo es menos rozarlo tantas veces. La yudoka Isabel Fernández es otro caso parecido, pero ella sí sube mucho más a los podios.
La alicantina, la que nunca falla, lo ha vuelto a demostrar a sus 30 años. En los Campeonatos de Europa, finalizados ayer en Maribor (Eslovenia), logró la medalla de bronce en su categoría de 57 kilos de peso. Llegó así a la impresionante cifra de siete medallas desde 1995, en Birmingham, cuando fue plata, como en Ostende 97, más los oros de Oviedo 98, Bratislava 99 y París 2001 y el bronce de La Haya 96.
Sólo le faltó el podio de 2000. Pero ese año lo tenía reservado para el oro olímpico nada menos. Isabel es la única yudoka española con dos medallas en los Juegos, pues también obtuvo el bronce en Atlanta 96. Y, además, los tres podios en los Mundiales: oro en París 97, plata en Birmingham 99 y bronce en Múnich 2001. Siete medallas europeas, tres mundiales y dos olímpicas en ocho años. Deslumbrante.
Isabel hizo en Maribor otra demostración de calidad y bravura. Derrotada en el segundo combate por una errónea decisión arbitral ante la francesa Bárbara Harel, campeona en 2000, tuvo que remontar desde la siempre difícil repesca para acabar subiéndose otra vez al podio. Una vez más. Y lo hizo con dos espléndidos ippon, el KO del yudo, sobre la británica Sophie Cox y la rusa Tatiana Chuchakova. Harel incluso perdió el otro bronce contra la holandesa Deborah Gravenstijn. En el tremendo nivel de igualdad existente, ganó esta vez la italiana Cinzia Cavazzuti, derrotada por Isabel para el bronce en los Mundiales de Múnich 2001.
Siempre la rival a batir, Isabel arrastra una rotura en el dedo meñique del pie izquierdo, lo que ha hecho aún más meritorio su éxito. Lo consiguió en el quinto aniversario de su boda con Javier Alonso, su entrenador y artífice clave en sus triunfos desde que pasó a hacerse cargo del Yudo Club Alicante a la muerte en un lamentable accidente de moto de Sergio Cardell, su primer mentor, como de la pionera Miriam Blasco.
El yudo español, que adquirió su mayoría de edad en la élite con los dos títulos olímpicos en Barcelona 92 de Almudena Muñoz y de Miriam -ya campeona del mundo un año antes-, no ha parado desde entonces de subirse a los podios. Ha sido una de las modalidades que supo coger el tren de los éxitos en el momento oportuno, sin bajarse en estaciones a diferencia de otras muchas. Bien gestionado, ha sabido renovar su cantera para seguir en la élite pese a la dificultad que en su caso individual ha supuesto la incorporación en el último decenio de muchos más yudokas del Este europeo tras la desmembración de la Unión Soviética. Su yudo, mucho más basado en la fuerza que el técnico anterior de franceses o japoneses, ha obligado a una reconversión total en este deporte. Por ello no es extraño que también la mayor rentabilidad española sea en la parcela femenina, en la que la potencia es menor.
De hecho, en estos Europeos 2002 la otra medalla fue de Ana Carrascosa, fruto de la misma tierra que Miriam Blasco e Isabel. Valenciana, de 21 años, pasó del séptimo puesto en los Europeos de 2001 a la plata. Desde hace tres años se entrena en el Centro de Tecnificación de Alicante con Miriam y ahí están los resultados.
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