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Tribuna:OPINIÓN
Tribuna
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De cara al espacio europeo

Desde hace ya bastantes años la Comisión Europea viene trabajando en el fomento de la investigación y el desarrollo tecnológico en Europa, a través de proyectos conjuntos en los que suelen participar equipos de investigación de diferentes países. Desde 1998 ha estado en marcha el V Programa Marco de Investigación (VPM), que durante estos meses está llegando a su fin al menos en lo que respecta a la evaluación de las últimas propuestas de proyectos. Se avanza así en la consecución del denominado Espacio Europeo de Investigación, una de cuyas piezas claves será el VI Programa Marco.

El VPM ha tenido un doble carácter estratégico. En primer lugar porque ha significado la práctica total apertura a la participación como socios de equipos de investigadores de los países candidatos, además de países asociados así como terceros países. En segundo lugar, porque supuestamente había de coincidir con una cierta eclosión de la investigación española y de la presencia de ésta en Europa, habida cuenta de los esfuerzos que ya desde la época socialista se venían realizando para fomentar la integración de las estructuras de investigación españolas en el marco europeo.

Durante los últimos cuatro años he sido evaluador de la Comisión Europea en la Key Action 5 (agricultura sostenible, pesca, actividades forestales y desarrollo rural), del programa Quality of Life and Management of Living Ressources (QoL). Aunque estas valoraciones se refieren únicamente a esta Key Action, pueden en cierta medida ser extrapolables a buena parte del VPM. Con relación a la apertura a países no miembros de la UE, he podido detectar un significativo cambio desde aquellas primeras evaluaciones en 1998. Si al principio del VPM la presencia de socios de Europa del Este era algo casi anecdótico, las propuestas sometidas a evaluación en las últimas rondas solían incluir en su gran mayoría socios de la Europa del Este. Creo que no falto a mi compromiso de confidencialidad señalando que, incluso, su presencia ha empezado a ser considerada, de facto, como necesaria en las diferentes propuestas, e incluso que algunas propuestas podían tener una cierta penalización implícita por no tener en cuenta esta nueva realidad.

Pero si significativa es la creciente presencia de equipos provenientes de estos países, más lo es el hecho de que se trata de países con un potencial investigador importante. Estamos ante lo que parecen estrategias claras de inserción en las estructuras de investigación europeas, y de hecho tales países cuentan con una gran cantidad de equipos que ya están participando -y compitiendo- en la primera línea de la investigación europea. Tampoco se nos debe escapar que buena parte de estos equipos se han formado tanto en Europa Occidental como en Norteamérica, con todo lo que esto supone de inserción en redes competitivas. Por otro lado, como parte de su estrategia, estos equipos están aprovechando su participación como socios en proyectos europeos para mejorar la formación y preparación de licenciados y doctorandos, y en ocasiones incluso financiarla.

Respecto de la esperada eclosión de la presencia de la investigación española en el contexto europeo, tomemos algunos datos como punto de partida. En el VPM hay hasta la fecha en torno a 8.875 proyectos en marcha, en sus diferentes modalidades (a falta de las últimas negociaciones y/o evaluaciones). España participa en algo más del 27% de estos proyectos. Esta presencia es algo superior en el programa QoL (el segundo en importancia en cuanto a recursos y el primero en cuanto a número de proyectos), en torno al 30%.

Hasta aquí podemos valorar estos resultados como relativamente satisfactorios. Sin embargo, tanto o más importante que la participación en proyectos, lo es la coordinación de los mismos. Los datos siguientes se refieren sólo a la Key Action 5, pero son suficientemente ilustrativos: de los 220 proyectos aprobados y en marcha a mediados de 2001, sólo siete de ellos (poco más del 3%) estaban coordinados por equipos españoles, mientras que en otros 80 se participaba únicamente como socios (36%). Estos datos contrastan significativamente con los resultados obtenidos en el IVPM (1994-1998), en el que de los 239 proyectos, los equipos españoles coordinaban el 7,5% de los proyectos y participaban sólo como socios en el 45%.

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De lo anterior se extraen dos conclusiones claras. En primer lugar, pese a la aceptable presencia de nuestros equipos en tanto que socios en los diferentes proyectos, la coordinación de proyectos está aún muy por debajo de lo que sería esperable. En segundo lugar, estamos ante un retroceso en la presencia española entre el IV y el V Programa Marco, al menos en esta temática. Esto significa que, en términos reales y en líneas generales, la investigación española ocupa aún posiciones casi marginales en el contexto europeo.

A todo ello hay que añadir un tercer aspecto importante. El análisis de los investigadores españoles que están al frente de los equipos socios y/o coordinadores pone de relieve que estamos ante una tendencia a la concentración de la financiación de la Comisión Europea en un reducido número de equipos españoles. Aunque para estos equipos tal concentración les permite mejorar su posición e incluso competitividad a nivel nacional, a medio y largo plazo las consecuencias no son positivas para el conjunto de nuestras estructuras de investigación.

Este rápido diagnóstico no tendría ningún valor si no avanzásemos hacia una situación en la que las estructuras de apoyo a la investigación nacionales y comunitarias van a estar cada vez más interrelacionadas y van a ser más complementarias. Por ello se hace especialmente necesario analizar a fondo las causas de esta situación, reflexionar en torno a ellas y, en su caso, trabajar con una estrategia clara, decidida y eficaz, que nos permita superar los estrangulamientos que tenemos y salir de esas posiciones en las que nos encontramos. Es cierto no obstante que todo ello debe enmarcarse en las políticas públicas de investigación y que éstas tienen resultados a medio y largo plazo; pero también lo es que ante este panorama, y sobre todo ante el reto que nos plantea el VI Programa Marco, no podemos contentarnos, ni la comunidad científica ni las autoridades de investigación, con esperar a ese medio o largo plazo, o continuar únicamente con la gestión diaria de las iniciativas individuales en cada una de nuestras instituciones de investigación.

Como conclusión, cuatro aspectos han de ser tenidos en cuenta de cara al inmediato futuro, al menos en relación al objetivo global de mejorar la inserción real de nuestras estructuras de investigación en el Espacio Europeo de Investigación: en primer lugar, la situación de partida, caracterizada por una serie de deficiencias en los equipos españoles, que se traducen en una tasa de participación real relativamente baja (especialmente en relación a la coordinación de proyectos); en segundo lugar, los insuficientes mecanismos de apoyo y estímulos a los investigadores, al menos en muchas universidades y centros públicos de investigación (que han de compensar convenientemente los esfuerzos que conlleva implicarse en una estrategia de investigación europea); en tercer lugar, la creciente competencia y competitividad de equipos de países candidatos, asociados o terceros países; y por último, los nuevos retos que se derivan del VI Programa Marco, cuyos dos principales instrumentos (redes de excelencia y proyectos integrados) requieren cuando menos nuevas estrategias y redoblados esfuerzos y apoyos a los equipos de investigadores.

Javier Esparcia Pérez es evaluador del V Programa Marco de la Comisión Europea y profesor titular de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Valencia.

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