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LA CRÓNICA
Columna
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Bailad, benditos, bailad

Los discapacitados psíquicos leves y medios son personas semiautónomas pero que, en muchos aspectos de su vida, no pueden valerse por sí mismas. No pueden vivir solos, pero sí jugar al baloncesto, repetir itinerarios que conocen, manejar un teléfono y realizar múltiples actividades relacionadas con el trabajo, el deporte o la educación. Para entendernos: Narcís, el personaje de la teleserie El cor de la ciutat, de TV-3, es un discapacitado psíquico de carácter leve. Consol Ferrer, que durante 25 años trabajó como enfermera en el hospital de Bellvitge (y que, quizá por eso, tiene una mirada que contiene todos los matices de la esperanza, la voluntad y el dolor), tiene un hijo al que, cuando nació, se le diagnosticó una hemiparesia en el lado derecho con afectación en la extremidad superior. Traducido: una parálisis cerebral que ha influido en su desarrollo, pero que no le impide sonreír, estudiar, salir a comprar sin nadie que le acompañe o esquiar en pistas verdes, azules e incluso rojas.

Los discapacitados psíquicos reciben ayudas de formación y trabajo. Del ocio, de que aprendan a divertirse en sociedad, se ocupa la Fundación Ludàlia

Al igual que todos los padres de discapacitados, Consol fue superando como pudo las etapas de crecimiento de su hijo, algunas bastante duras. Un día, por ejemplo, al comprobar que el chico regresaba de la escuela cada vez más cabizbajo, investigó y descubrió que una pandilla de adolescentes despiadados se reunían cada tarde para burlarse de él, toreándolo con una gabardina capote, como si fuera una vaquilla, al grito de '¡torero, torero!'. Era una prueba más de que cuando hablamos de integración no sólo mentimos, sino que, además, algunos desalmados incluso disfrutan fomentando el dolor de los más indefensos. Por eso, desde hace poco más de un año, Consol Ferrer y su marido se han liado la manta a la cabeza y han creado la Fundación Ludàlia, que pretende organizar actividades que se ocupen de un aspecto inédito en la atención al discapacitado: la normalización de las relaciones afectivas y el aprovechamiento del tiempo de ocio.

'La sociedad tiene caminos para ayudarte en lo laboral y lo educativo, pero a mí me preocupa que mi hijo se pase todo el día solo en casa con 22 años y que, a su manera, no pueda divertirse con otros chicos de su edad'. Por eso, Ludàlia organiza sesiones de cine (con la colaboración de Lauren Films) y tardes de bailoteo en el bar Domèstic para que los chicos se sientan protagonistas y no especie protegida pero también secuestrada por sus circunstancias. Por ahora, las sesiones de baile (cada domingo, de 17.00 a 20.30 horas, en el bar Domèstic, Diputació, 215, de Barcelona) están teniendo mucho éxito. El alcohol está prohibido para no crear reacciones con la medicación que puedan estar tomando, la música que suena es melódica y rítmica pero sin excesos (Caribe-mix y Operación Triunfo), y hay monitores en la sala que, además de controlar que todo transcurra en el mejor ambiente, animan, ayudan, dirigen y consiguen que las tres horas y media de la sesión pasen volando: del baile a una actuación, de una clase de baile a una sesión de karaoke en el teatro contiguo al bar que les cede la Casa de Menorca. Precio de la entrada, seis euros.

Ferrer me cuenta que, en las primeras sesiones, han observado que discapacitados psíquicos muy leves han acudido a la cita porque pueden desenvolverse sin complejos y no sufrir las burlas que reciben cuando se atreven a acercarse a una discoteca convencional. Los padres, por ahora, están encantados, y los organizadores tienen el acierto de recomendarles que no se queden, porque la gracia del invento consiste en que sus hijos descubran que ya son mayorcitos para divertirse solos.

El domingo pasado, acudieron unos 50 jóvenes de entre 18 y 30 años, y Ferrer espera que hoy y las próximas semanas acudan más. También me comenta que los no discapacitados son bienvenidos y que compartir unas horas con estos chicos constituye una experiencia muy enriquecedora. Yo le digo que no soporto los karaokes, y todavía menos los karaokes sin alcohol. Consol Ferrer sonríe y me dice que, como ocurre con los regalos, lo importante no es que le guste al que lo hace, sino al que lo recibe.

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Las sesiones de cine, en cambio, se celebran en el Lauren Horta (paseo de Maragall, 415) todos los sábados a las 15.30 horas. Antes de la película, el grupo de animadores Hospiclowns hace una breve actuación para contar la película y contribuir a que los espectadores puedan seguir su argumento sin perderse. A los chicos les encantan las películas románticas (Así es el amor o Kate y Leopold, por ejemplo), las de acción, las de aventuras, las comedias disparatadas y, en cambio, quedan terminantemente prohibidas, por motivos obvios, las de terror, los thrillers de argumento complejo y los experimentos intelectuales de arte y ensayo. Desde que su hijo acude a estos fines de semana, Consol nota que está más contento, desarrolla mejor su fantasía y crea nuevas pautas de comportamiento que, según ella, enriquecen su catálogo de recursos emocionales. Éste es, por ahora, el sentido de una fundación que, como tantas, vive de aportaciones voluntarias y de la entrega de sus componentes. Para contactar con ellos, pueden llamar al teléfono 93 213 17 56, escribir a Rambla de Mercedes, 16, 2-2, 08024 Barcelona, consultar la web www.ludalia.com o utilizar la dirección de correo electrónico ludalia@ludalia.com.

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