Obras maestras en la basura
Una mujer tira valiosos cuadros robados por su hijo
Una sola persona ha sido capaz de robar 172 obras de arte en seis países europeos, a plena luz del día, hasta amasar un botín que incluía cuadros de Lucas Cranach, Peter Bruegel, Antoine Watteau o François Boucher, sin ser molestado durante seis años de duro trabajo. Las 60 telas de grandes maestros y parte de los objetos preciosos han terminado en la basura o en el fondo de un canal cercano a Estrasburgo, donde fueron arrojados por la madre del ladrón tras enterarse de la detención de su hijo.
Stéphane Breitwieser, de 31 años, inició su afición a la cleptomanía en 1995. Sobrino de un pintor alsaciano, su sueldo como camarero en Basilea (Suiza) jamás le habría permitido reunir una colección de arte por medios convencionales. Decidió requisarla y a fe que lo logró: la colección ha sido estimada en 2.000 millones de euros.
Pero todo ese trabajo de hormiga, conducido a lo largo de seis años, no estaba destinado a la reventa clandestina. Auténtico apasionado del arte, Stéphane hizo enmarcar muchas de las telas, que habría robado sin apenas ayuda. La policía sólo sabe de una cómplice, Anne-Catherine Kleinhaus, que ocasionalmente controlaba a los vigilantes mientras el ladrón cortaba el cuadro con un cuchillo o se llevaba el objeto de su preferencia. Nunca tuvo tropiezos hasta que fue sorprendido en noviembre pasado, en un museo de Lucerna (Suiza).
La colección estaba depositada en casa de su madre, Mireille, que vive en Eschentzwiller, cerca de Estrasburgo. Una vez detenida, la mujer ha explicado a la policía que se había desembarazado de las obras, bien destruyéndolas y tirándolas a la basura, bien arrojándolas al canal Ródano-Rin, que pasa cerca de su vivienda. Los objetos brillantes que se observaban en el agua llamaron la atención de una pareja que paseaba junto al canal y así se descubrieron dos copas de 1619, procedentes de Gumoens (Bélgica), y unas estatuillas. El drenaje del canal permitió recuperar 110 objetos preciosos de los siglos XVI al XVIII, que los investigadores relacionaron con diferentes robos efectuados en museos, castillos y galerías. El cleptómano se ha confesado autor de las 172 sustracciones, llevadas a cabo en Francia, Suiza, Alemania, Luxemburgo, Holanda y Bélgica.
Si los objetos preciosos han sido recuperados, no sucede lo mismo con la mayoría de los cuadros de mayor valor histórico y artístico. Una veintena de gendarmes ha vuelto a rastrear toda la zona del canal, pero las telas no aparecen. De modo que se habrían perdido para siempre La princesa de Cleves, de Lucas Cranach, robada en Baden-Baden, un Peter Bruegel sustraído en Anvers o Dos hombres, de Antoine Watteau, desaparecido en Montpellier.
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