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Museos para la aldea global

Este año, como cada 18 de mayo desde 1977, el Comité Consultivo del ICOM (International Council of Museums) nos devuelve la mirada a esas instituciones silenciosas que durante el año nos contemplan en su mutismo de piedras reconocidas. Es una fecha que nos hace visible lo que a menudo pasa inadvertido: su vida interior. Como cada año, en este día el museo recuerda su existencia a quienes sólo conocen su rostro y obliga a la reflexión a aquellos otros que durante el año deambulan por sus entrañas.

En esta ocasión, se ha elegido el lema Museos y globalización. Tres palabras que nos llevan a una primera reflexión cual es el papel que desempeñan estas instituciones en un mundo interconectado y cada vez más reducido. Un mundo que se transmite en bytes y que en su virtualidad se abre a un desconocido trasiego de paseantes que desde el Renacimiento sólo habían tenido acceso de manera restringida a través del silencioso movimiento de sus pasos sobre el mármol de los palacios.

A esa época, mítica y brillante se ha unido muy recientemente el museo virtual. Esta ventana que representa la pantalla que sirve de puerta de entrada a la exposición, al detalle ampliado, a la aproximación activa hacia la obra de arte. El orden ya no está preestablecido, sino que juega unas veces con el azar otras con la búsqueda atenta del espectador. El museo tradicional se ha visto desbordado. Aquella inicial sala privada y exclusiva para disfrute de su propietario, rompe sus moldes y se abre de par en par, sin exclusiones.

Los museos son edificios majestuosos y en esta época, también vitales pues por su naturaleza y características poseen la condición de ser espacios donde se interrelacionan las artes además de representar, un reflejo de la evolución de la historia del arte, un museo es un símbolo de la libertad creadora y realidad artística de una ciudad.

La proyección vanguardista de la cultura, exige también aceptar a los museos en su realidad participativa como espacios de conocimiento, en los que la integración de las diversas manifestaciones artísticas, concurren de forma excepcional con sus colecciones permanentes, sus exposiciones temporales, sus salas dispuestas en orden y sus fondos no expuestos. Son lo que tradicionalmente habían sido. Pero el nuevo orden tecnológico ha permitido dar un paso más, ofrecer una percepción diferente del arte que éstos atesoran. Cuando el museo cuelga la ya clásica dirección electrónica en la Red, va más allá de la mera exposición de sus tesoros, inicia un proceso de ramificación transfronteriza. Adquiere merced a la tecnología un carácter cosmopolita y extensivo.

Éste es uno de los desafíos museísticos de nuestro tiempo: acrecentar su papel en el conjunto de la sociedad, entendido en su sentido orgánico y vital, a fin de contribuir a la formación del talento y la gestación de una nueva sensibilidad y actitud ante la cultura.

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Así, no sólo se acerca más el museo a los amantes del arte, o se promueve en los visitantes una enriquecedora visión de las colecciones conocidas del museo, sino que se afirma una de sus cualidades más atrayentes: la de ser fuente de inspiración del conocimiento.

La Generalitat Valenciana, dentro de su política cultural firmemente comprometida con la modernidad, viene trabajando por la potenciación de los espacios museísticos asumidos tanto en la dimensión de centros receptores del arte, como entidades vivas donde la cultura expresa toda su capacidad innovadora y fundacional. De ahí nuestro interés por fomentar una concepción descentralizadora de los museos en aras de llevar el pasado y el presente del arte por toda la Comunidad, así como la promoción de nuestros artistas por todo el mundo.

Dieciséis museos de nueva creación vienen a consolidar la apuesta por las infraestructuras culturales. Cerca de novecientas exposiciones potencian a nuestros creadores.

Los museos de la época de la globalización son, por tanto, semejantes y diferentes a los del pasado. Han sabido conservar su magia y utilizan a su vez los nuevos recursos para amplificarla y hacerla llegar a más y más personas. Continúan siendo instituciones básicas casi de obligado culto, pero también se han convertido en ágoras abiertas. En definitiva, han sabido hacer compatible una paradoja que parecía condenarlos a una muerte. Una paradoja que ha impulsado nuevos museos, innovadoras colecciones y una participación social e investigadora intensa. El CD o Internet no sustituirán la emoción y el placer que se siente ante la obra de arte, pero no cabe olvidar que puede ser el lenitivo ante la distancia o el polo de atracción que nos conduzca al placer último de contemplar la obra en su contexto. Cuando el museo cuelga la ya clásica dirección electrónica en la Red, va más allá de la mera exposición de sus tesoros, inicia un proceso de ramificación transfronteriza. Adquiere merced a la tecnología un carácter cosmopolita y extensivo.

Virtualidad y realidad que hoy pueden confluir gracias a la globalización en ese camino que es el arte. Pues el arte no es más que un camino repleto de encrucijadas que en nuestra época ha derribado todas las puertas. Ahora podemos traspasarlas.

Consuelo Ciscar Casabán es subsecretaria de Promoción Cultural.

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