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'Puedo soportar el hambre'

Testimonio de menores marroquíes indocumentados atendidos en un centro de acogida del Raval

Deambulan por las calles de la ciudad, sin comida, techo ni padres que los protejan. Llegaron solos a Cataluña desde Marruecos, escondidos debajo de un camión o entre las ruedas de un autobús, en un recorrido que a veces supera los 1.000 kilómetros. La mayoría tienen entre 12 y 17 años y provienen del mismo barrio de Tánger, el Char Bear Dibar. En los días laborables, algunos de estos adolescentes son acogidos por el centro privado católico Joan Salvador Gavina, en el barrio del Raval. A través de un proyecto de la Fundación Un Sol Món de Caixa Catalunya, podrán acceder a una de las 70 becas de 2.700 euros durante nueve meses para inserción socio-laboral y estudio de adolescentes en riesgo.

El programa DAARNA del centro Joan Salvador Gavina es el paso intermedio entre la calle y la tutela de la Generalitat catalana. Para el Gobierno son 'menores inmigrantes indocumentados sin referentes familiares'. Para los educadores que tratan de salvarlos de la calle son 'desamparados'.

Hamid -un seudónimo utilizado para proteger su identidad- dice que tiene 14 años, pero su educadora, Neus Albiac, sospecha que por sus dimensiones físicas y su comportamiento 'apenas puede tener 12'. Lleva un año en territorio español y antes de recalar en Barcelona pasó por Córdoba, Murcia y Madrid. Sus únicos referentes son un primo, más experimentado en la vida callejera que él, y otros compañeros de viaje que fueron apareciendo en las distintas paradas.

Hamid acude al centro del Raval de lunes a viernes, de once de la mañana a siete de la tarde. Allí almuerza, estudia castellano (tampoco sabe escribir ni leer bien en árabe), aprende normas de higiene y juega al fútbol, al pim-pón y los videojuegos. Por las noches duerme en un albergue de la Cruz Roja en la plaza de Espanya, junto a cientos de inmigrantes.

El desamparo de Hamid y sus compañeros aumenta los fines de semana. 'No tenemos dinero para comer ni un lugar fijo a donde ir', dice con un correcto acento castellano, a pesar de su escaso vocabulario. Y con la mirada siempre baja, asegura ser más fuerte de lo que parece: 'Puedo soportar el hambre, lo único que quiero son los papeles'.

La educadora Albiac explica luego que, en realidad, los chavales recurren a los pegamentos para soportar el cosquilleo del hambre en sus tripas. 'A veces los lunes vienen fatal por el consumo de drogas', explica la profesora, y añade que en estos colectivos la actividad delictiva es elevada porque 'no hay otra forma de conseguir dinero'.

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Abdelkader tiene un presente similar al del resto de los residentes de Gavina, pero su pasado fue muy distinto. Este joven alto y robusto estuvo a punto de entrar en la Universidad en Marruecos. Unos meses antes de cumplir los 18 años viajó a España en compañía de su madre, con un visado de turista. La mujer regresó a Marruecos y dejó solo a su hijo en busca de un futuro 'más digno que el de sus hermanos mayores', según relató el joven.

El elevado grado de instrucción de Abdelkader le permitió aprender con más facilidad el castellano y comprender el catalán. Sin embargo, cuando ya casi lleva un año en Cataluña, no ha conseguido la tutela legal. Y ya casi no le queda tiempo porque denro de unas semanas entrará en la mayoría de edad y no podrá exigir el amparo de la Generalitat.

Como no tiene dinero, debe ingeniárselas para conseguir comida los fines de semana. Pero no está dispuesto a mendigar: 'Nunca voy a pedir', dice con dignidad cuando se le pregunta si en los restaurantes le regalan comida. Estos adolescentes aseguran haber sido objeto de malos tratos por parte de patrullas de la policía, pese a que, por ser menores, el control de la documentación está a cargo de los Mossos d'Esquadra. 'La policía siempre me para y me trata mal', insiste Abdelkader.

También para Said, de 14 años, el contacto con la policía ha sido traumático: fue detenido y esposado en estado de alucinación después de inhalar disolventes y acabó con una doble fractura de clavícula, según el informe médico. Como la mayoría de los menores inmigrantes, Said quiere conseguir un trabajo y regresar a Marruecos con dinero para sus padres y sus ocho hermanos. Sin embargo, el informe de la Fundación Joan Salvador Gavina indica que pocos son los que conseguirán su objetivo. Algunos serán deportados y otros seguirán vagando por las calles bajo la etiqueta de 'ilegales'.

Becas para niños en riesgo

La Fundación Un Sol Món de Caixa Catalunya ofrece dos tipos de becas para adolescentes en situación de riesgo. Una enfocada a la educación de jóvenes que no han tenido la oportunidad de educarse (tipo A) y otra para aquellos que deseen trabajar a corto plazo (tipo B) y que requieren una formación más técnica. Está previsto otorgar 70 becas en total en este primer año: 35 de tipo A y 35 de tipo B. En las de tipo A, el becario recibe 1.350 euros y los tutores otros 1.200. En las de tipo B, las aportaciones son de 1.550 euros para el becario y 1.200 para la tutoría. Se calcula que cada beca tendrá una duración de nueve meses. Es una convocatoria abierta, las entidades pueden presentar a los candidatos a partir de hoy y en la fecha que estimen más conveniente. En este primer año, las becas se administrarán a través de ocho centros que propondrán a los candidato y señalarán cuándo necesitan disponer de los fondos.

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