Éstas son las mañanitas

Que Isabel Gemio haya sustituido a Juan Ramón Lucas presentando De buena mañana no ha cambiado el combate en el que Tele 5 y Antena 3 se enzarzan cada mañana en busca de audiencia. El Día a día de María Teresa Campos sigue con su línea consolidada mientras que su competidor intenta renovar la fórmula. En principio, Lucas apostó por reforzar el humor (gags y parodias disparatadas) y tratar lo serio de un modo frívolo y lo frívolo de un modo serio. Pero la ley de la audiencia le empujó hacia el pringoso circo del famoseo, que acabó secuestrando el espacio.

En este sentido, la llegada de Gemio aporta un matiz nuevo. En su debate sobre revistas del corazón, ella interviene con un punto de vista inédito: el de personaje damnificado que contrasta su experiencia con la de los expertos en paparazzismo, cuestionando así los métodos de sus propios colaboradores y, al mismo tiempo, explotándolos aplicados a otros. Por lo demás, De buena mañana contiene cosas de El diario de Patricia, otras de Sabor a ti, que son, en el fondo, una relectura de los magacines de radio.

Ambos programas tienen en común su endogámica condición de amplificadores de otros espacios de la cadena. Día a día aburre con las miserias de Gran Hermano, con la aportación de Belén Rodríguez (la persona que habla más deprisa de España), y De buena mañana exprime Estudio de actores, tarea encomendada a Ismael, ex concursante de la competencia.

Para no renunciar a la faceta de servicio público, tanto Campos como Gemio conectan con los servicios informativos, aunque en Día a día se impone la experiencia a la inercia y su presentadora maquilla, a base de una complicidad de patio de vecinos y mesa camilla, temas banales con barnices como el de Jaime Peñafiel o esa mesa de debate en la que asistimos a intervenciones coléricas y al típico spanish-jaleo en el que gana el que grita más. ¿El mundo que retratan? Un país obsesionado por la vida sexual de folclóricas y toreros, adúlteros y cornudos seudoaristocráticos, miserias varias de una industria de la que se dice que interesa sin buscarle alternativa.

Y, como guinda, el sello personal y, ay, intransferible. Campos se viste de rociera gore para la Feria de Abril y ejerce de actriz en ese sainete de bolsillo que interpreta junto a una Rociíto (su ex Antonio David colaboraba en el De buena mañana de Lucas) envejecida antes de tiempo y un Paco Valladares que es bueno incluso cuando se olvida el papel.

Gemio, en cambio, lleva su somnolencia con resignación, aprovecha sus contactos con los famosos que dieron lustre a sus anteriores programas y, cuando se pierde, recurre a uno de los mejores trucos de su maestro Jesús Hermida: imitarse a sí misma.