Populismo
La derecha llama 'populismo' al fascismo. El pretendiente Rajoy dice que el populismo crece en Europa: no se atreve a decir extrema derecha: no mezcla la palabra derecha en esto, aunque ellos mismos no se definan como derechas, y eso que la palabra va recuperando prestigio desde que gobierna. En general, prefieren llamarse conservadores. La izquierda oficial tampoco quiere llamarse izquierda más que en algunos momentos.
Va desapareciendo el socialismo; prefieren llamarse socialdemócratas. El término demócrata se va convirtiendo en absurdo, porque todos dicen que lo son. A mi juicio, la orientación espacial en la España parlamentaria va desde la derecha socialista a la extrema derecha aznariana; IU sería una izquierda moderada. Fuera del Parlamento hay una izquierda de ácratas, okupas, antiglobalizadores, todos perseguidos; y un fascismo, populismo o como sea, que algunos llaman también ultras, que son los únicos que practican la violencia: racista o contra los mendigos. La otra violencia, la vasca, es nacionalista, y mezclan desde capitalistas hasta inmigrantes internos. El populismo ha tenido acepciones distintas en varios países, desde los primeros de la historia, que fueron los narodniki rusos, hasta estos fascistas electorales de ahora. Los politólogos entienden por populismo la busca de cumplir finalidades políticas independientemente de los partidos y de las instituciones existentes. Y demagogos: apelan al pueblo como fuente de sabiduría y bondad al que pervierten sus intermediarios.
A mí me parece populista Aznar por dos razones: su apelación directa al españolismo (sin mencionar nunca la palabra, desprestigiada, pero sí las grandes banderas o la recuperación de la Patria y la Unidad); la otra, por su forma de conseguir gobernar directamente apoderándose -por vías legales: como Hitler y Mussolini, elegidos por votaciones populares- y por su forma de introducción absoluta en los otros dos poderes, el legislativo y el judicial. Una característica fundamenta el estilo: la intención continuamente represiva y la culpabilización de las clases sociales empobrecidas: inmigrantes -ladrones-, estudiantes -malos en su oficio, con tendencia a la borrachera y a la brutalidad- y ancianos -que robamos por la vía de las pensiones y los médicos-. Incluso justificándoles por sus necesidades. También yo justifico a Aznar: quiere dejar España bien hecha cuando se retire a pensar. Hubiera sido mejor que pensara al empezar, y no al irse.
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