Artium (I)
Vamos a apoyar sin reserva alguna el nacimiento de Artium, Museo de Arte Contemporáneo de Vitoria, abierto al público hace apenas diez días. Pero hagámoslo con la sensatez de lo real -la verdad tal cual es-, sin caer en el error de atribuirle comparativamente tantas o mayores excelencias que el Reina Sofía o el IVAM, según se ha argumentado desde dentro y fuera del propio Artium. Esas adulaciones sólo pueden estar dirigidas a colmar el entendimiento inculto de no poco políticos y a ganarse la bobalicona admiración de algunos inocentes ciudadanos.
Artium, diseñado por el arquitecto alavés José Luis Catón, se presenta como espacio plástico a través de dos exposiciones ubicadas en la segunda planta del subsuelo. En una de ellas se muestra la Colección Permanente, cuyas obras han sido cedidas por la Diputación Foral de Álava a la Fundación Artium. Una gran parte de esas obras viene a conformar un material de sobra conocido. La mayoría de las obras son excelentes. Otras no tanto. Y alguna roza el aprobado justo...
Al conjunto de la Colección Permanente le perjudica, y mucho, su montaje embarullado. No hay forma de ver las obras en todo su valor. Hay demasiado apelotonamiento de obras, lo que produce un crispado choque visual entre ellas. Algunas piezas parece que trepan por las paredes. Si entra alguien que no sabe que está en un museo, va a creer que se trata de una almoneda a punto de convertirse en feria de anticuarios con mucha prisa...
Después de un primer recorrido por la Colección Permanente, se pasa con inusitado interés estimulativo al espacio titulado Melodrama. Allí se pueden ver obras de 34 artistas internacionales. Las propuestas giran en torno a dibujos, pinturas, esculturas, instalaciones y vídeos. Algunas obras, determinados vídeos entre otras, poseen bastante buena calidad. Sin embargo, muchas de ellas no llegan al aprobado, y alguna ni a eso...
Casi impensadamente opto por pasar simultáneamente una y otra vez a contemplar lo que se mostraba en uno y otro ámbito. Fueron cinco o seis sesiones realizadas en transcurso de varias horas. Tomaba notas cada vez. Era un modo de ver, y posiblemente no el mejor, mas fue el que surgió sobre la marcha. He ahí un racimo de esas notas, expuestas sin orden de prelación:
A), varias obras de la Permanente podían haberse mostrado en Melodrama por afinidades estéticas y, además, con una más alta valoración que otras allí presentes, como por ejemplo las firmadas por Txomin Badiola, Francisco Ruiz Infante y Fernando Illana. B), paralelamente, algunas obras de Melodrama, por su factura, se inscriben en una estética cercana a la Permanente, con el agravante de que iban a 'cantar' demasiado dada su falta de calidad. C), en Melodrama se palpa un excesivo abuso del mundo kitsch. D), las tres instalaciones de la Permanente en cámara oscura están excesivamente juntas, al punto de que el sonido musical de una de ellas, cuyo autor es Pedro G. Romero, se introduce de manera incongruente y despistatoria con la propuesta presentada por Ruiz Infante. E), algo parecido ocurre en cuanto superposición de sonidos en Melodrama, creándose en determinados lugares espaciales una vasta profusión de sonidos harto enervantes. F), la prudencia debiera haber dejado para otra ocasión el mostrar dos de los vídeos de Melodrama, ya que no parecen demasiado aconsejables para que lo vean los niños, dado su contenido con ribetes de cierta procacidad erótica. G), no están claros los motivos de la introducción a última hora en Melodrama de las dos efigies religiosas (un Cristo en la cruz y un busto de Santa Teresa, rescatados de una o dos iglesias alavesas)...
La próxima semana ampliaremos algunas de las ideas esbozadas en este espacio escrito de arte.
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