El Júcar camino del Segura
Cuando los detractores del trasvase del Ebro nos planteamos los problemas medioambientales que este trasvase genera mencionamos en primer lugar el incuestionable efecto negativo sobre el Delta del Ebro así como los grandes impactos que supone represar en el Pirineo todos los grandes afluentes del Ebro hasta límites poco conocidos en cualquier parte del mundo. Nos planteamos asimismo los problemas que puede ocasionar en determinados parques naturales como por ejemplo la Sierra de Espadán. De alguna forma se ha aceptado la ideología dominante del Gobierno de que 'el trasvase del Ebro es beneficioso para la Comunidad Valenciana y que los problemas que genera son en otras comunidades autónomas, que deben solidarizarse con nosotros, sedientos de agua'.
Esta argumentación ha escondido cuidadosamente el hecho real de que una de las zonas que objetivamente se verán perjudicadas por el trasvase serán todas las comarcas valencianas que se riegan con las aguas del Júcar. Es decir las Riberas y la zona de L'Horta y que recibe aguas de este río.
¿Alguien se ha preguntado si es una mera casualidad que el único río que recibe desde hace muchos años un trasvase, el río Segura, sea a la vez el río más contaminado de España y unos de los peores de Europa? No es una casualidad. Un trasvase lo primero que transvasa son aumentos de consumo de agua, déficits hídricos y demandas de agua por encima de las posibilidades existentes. Así ocurrió con el trasvase Tajo-Segura donde hoy los déficits hídricos son mayores que cuando fue construido. Así ocurre ya con el trasvase futuro del Ebro. Valgan como ejemplo los más de sesenta campos de golf proyectados en la costa valenciana en una zona sedienta de agua pero que no duda en plantearse necesidades hídricas como si estuviera en Gran Bretaña con lluvias casi diarias.
Cuando analizamos el balance hídrico del río Júcar que hace el Plan Hidrológico Nacional (PHN) todo parece una bendición para este río valenciano al disfrutar de un 'superávit' de 405 hectómetros cúbicos provenientes 315 hectómetros cúbidos del trasvase del Ebro y 90 hectómetros cúbicos provenientes de la modernización de la Acequia Real del Júcar. El problema radica en que de estos superávits hay que descontar la mitad que va a nuevos regadíos para Castilla-La Mancha (de muy dudosa justificación económica) y otra parte significativa que se queda en el trasvase Júcar-Vinalopó. Sin duda Castilla-La Mancha es la gran beneficiada de este plan ya que recibe la mitad de los superávits del Júcar sin contrapartida alguna, hecho que le permite programar hasta campos de golf con aguas manchegas. El llamativo y el ferviente apoyo del señor Bono al Plan Hidrológico Nacional (PHN) yendo en contra de las posiciones del mismo PSOE tienen mucho que ver con la gran 'tajada' que su Gobierno ha obtenido del PHN. Otro tema muy distinto es que sus alegrías se corresponden bastante bien a nuestras penas.
Otro aspecto poco analizado es la calidad del agua. Ésta es de buena calidad en el caso del rió Júcar y de calidad muy baja en el caso del agua proveniente del Ebro. Un agua del Ebro que todos los estudios nos indican que se encuentra por debajo del umbral de potabilidad durante muchos meses del año como consecuencia del elevado nivel de sales que lleva en disolución. Cualquier proyección de futuro nos indica que la calidad de las aguas del Ebro empeorará hasta límites difícilmente tolerables cuando se pongan en marcha todos los proyectos de regadío previstos en la cuenca del Ebro. Para la cuenca del Júcar el resultado es alarmante: Se le detrae gran cantidad de aguas de elevada calidad en la parte alta de su cuenca que irán a riegos de Castilla-La Mancha y al Vinalopó y, a cambio, se le aportan aguas de elevada salinidad procedentes del Ebro sometidas a una serie de restricciones en cuanto a cantidades que bien puede tener como resultado final lo que ha ocurrido históricamente con el trasvase Tajo-Segura: Las aportaciones reales aportadas desde el río Tajo al Segura sólo han sido a lo largo de su historia una pequeña parte de las calculadas inicialmente.
Sin querer entrar en las consecuencias que para el ecosistema de la Albufera va a tener el ahorro de muchos hectómetros cúbicos de la Acequia Real del Júcar que hasta ahora se filtraban y nutrían los acuíferos que van a parar a dicho Parque Natural, si que parece evidente que en la Ribera se va a producir una competencia por los recursos hídricos en donde esta comarca es precisamente la que se encuentra en peores condiciones al ser la que va a recibir por un lado todos los detritos y contaminantes de una gestión insostenible como le ocurre ahora a la Vega Baja y, por otro lado, va a padecer las consecuencias de una planificación en la que se han sobredimensionado los recursos hídricos para satisfacer todas las ambiciones. El problema es que, como sabe cualquier agricultor, cuando falta agua el primero que lo padece es aquél que se encuentra al final de la acequia o al final del río. La consecuencia previsible del PHN es que veremos seco el río Júcar en su parte media durante muchos meses al año al ser absorbido su caudal por los regadíos manchegos. También lo veremos convertido en cloaca como el Segura en su parte baja, en la zona de la Ribera, al llevar solamente las aguas residuales que nadie se atreve a usar ni para riego de sus campos.
El PHN sin duda será un buen plan para favorecer aún más la sobreexplotación de la costa, para favorecer campos de golf y otras prácticas muy estimadas por el Partido Popular pero que nada tienen que ver con una gestión razonable y sostenible del agua en un país como el nuestro. Pero el PHN tiene víctimas claras y no solamente fuera de nuestro territorio. La comarca de la Ribera va a ser la gran perjudicada por un Plan que le quita agua de buena calidad a cambio de ofrecerle una cantidades hipotéticas y no seguras de agua de muy baja calidad que además empeorará la contaminación. Si este PHN se realiza el Júcar se parecerá cada vez más al Segura y los problemas de contaminación la Vega Baja los veremos pronto 'transvasados' a la comarca de la Ribera.
Joan Ribó Canut es coordinador d'Esquerra Unida del País Valencià
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