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Columna
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No critiquemos

Sí, no critiquemos la labor de los políticos. Seamos buenos chicos porque de lo contrario vendrá el lobo feroz y nos comerá a todos. Nuestros políticos ya saben qué es lo que tienen que hacer y no hacer. Nos lo ha advertido, con la lucidez que le caracteriza, nuestro muy honorable presidente. El pasado sábado, en la clausura del Congreso de las Nuevas Generaciones valencianas del PP, el señor Zaplana advirtió 'que aquellos que critican diariamente la labor política fomentan que surjan movimientos como los que han sucedido en Francia con Le Pen'. Sabio consejo con el que Zaplana tuvo a bien adoctrinar a los jóvenes de la derecha valenciana, que un día gobernarán este país, con el fin de que sean verdaderos demócratas y liberales. Para nuestro presidente, quienes critican la labor de los políticos son 'sectarios y semifascistas'. Y tiene toda la razón. Aquí vivimos en un régimen, según dicen, democrático y liberal. Un régimen en el que no debe caber, según Zaplana, la crítica, es decir, la libertad de expresión y opinión porque, en la medida que ejerzamos estos derechos estamos 'fomentando que surjan movimientos como los que han sucedido en Francia con Le Pen'. En definitiva, que quienes critican -criticamos- a los políticos en uso de un derecho que pensábamos nos pertenecía, somos unos 'sectarios y semifascistas' que estamos propiciando que surja un 'Le Pen valenciano'. Esto es toda una serie de despropósitos que sólo como tales puede uno tomarlos. Y en ese sentido, he de decir que prefiero un Le Pen auténtico que un Le Pen disfrazado de liberal. Si mi libertad de opinión y crítica me la ha de coartar un Le Pen con vitola de liberal prefiero que venga un auténtico fascista como Le Pen y me prohíba manu militari mi libertad de expresarme y otras libertades. No me vendría de nuevo. El general Franco nos cerró por cuatro meses el diario Madrid en 1968 y, definitivamente, en noviembre de 1971. Franco no quería la crítica para que no viniese la democracia. Zaplana no quiere la crítica para que no venga un Le Pen. Es igual, los dos utilizan la misma excusa: meter miedo al vecindario para conservar el poder.

fburguera@inves.es

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