Puig duda sobre la llegada del AVE en 2004, pero confía en el PP

El consejero de Obras Públicas, Felip Puig, aseguró ayer que tiene serias dudas sobre la posibilidad de que el AVE llegue a Barcelona en 2004. No obstante, esas dudas se amortiguan porque confía en lo que le dice el Gobierno del PP. En su nombre, el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, volvió a repetir que el compromiso de llegada a Barcelona en el año 2004 se cumplirá, salvo 'obstáculos imprevistos'.

Francisco Álvarez-Cascos reiteró que la alta velocidad llegará en 2004 a la capital catalana, siempre que no se interpongan 'obstáculos imprevistos'. 'En el plano de lo razonable y previsible, se van a cumplir los plazos', aseguró. Puig no lo tiene tan claro y por eso dejó entrever 'algunas dudas' respecto a que el ministerio consiga construir la infraestructura a tiempo. 'Es cierto que quedan algunos asuntos, como en El Prat o Sant Sadurní, que podrían hacer pensar que el AVE sufrirá algún retraso', admitió Puig. No obstante, las dudas se disipan en cuanto habla con Fomento: 'El ministerio dice que el tren se acabará a tiempo', dijo. Y él 'confía' en ello, aseguró. Puig dijo que se siente tranquilo porque 'en todas las reuniones, tanto el ministerio como GIF [la empresa constructora] han reiterado que, pese a los problemas técnicos, se cumplirán los plazos previstos', afirmó Puig. En su opinión, la polémica es 'interesada'.

'El AVE podría retrasarse unos meses, pero llegará a Barcelona con el PP y no con los socialistas', dijo Puig. No se pronunció, en cambio, sobre si el AVE pasará por el aeropuerto de El Prat, como afirmó el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, hace más de un año. Puig se limitó a señalar que esta cuestión 'está en estudio'.

Xavier Casas, primer teniente de alcalde de Barcelona, ironizó acerca de la influencia sobre el Gobierno de Madrid que CiU ha asegurado durante los últimos 10 años que tenía, y que no le ha servido ni siquiera para asegurar que el AVE llegue al aeropuerto.

Felip Puig y Xavier Casas acudieron ayer a la sede del Ministerio de Fomento en Madrid junto a los alcaldes de L'Hospitalet, Esplugues de Llobregat y Sant Just Desvern -Celestino Corbacho, Lorenzo Palazín y Ramon López, respectivamente- y el primer teniente de alcalde de Sant Joan Despí, Antonio Poveda, para firmar el acuerdo de cesión de seis kilómetros de la antigua N-340 a estos municipios.

Todos coincidieron en señalar que la construcción de otros accesos a Barcelona habían convertido la antigua carretera en 'una vía urbana más', por lo que no tenía sentido que su titular fuera 'un ministerio que es responsable de la red nacional de carreteras', explicó Francisco Álvarez-Cascos. El acuerdo permitirá que el tranvía del Baix Llobregat circule por el trayecto de la antigua carretera. Esto hará necesaria la construcción de un paso para el tranvía bajo la A-2. El coste de la obra, de 3,9 millones de euros (649 millones de pesetas), será asumido por el Gobierno central y el plazo de ejecución no debe superar el 31 de diciembre de este año.