El Mediterráneo de Joan Valent
Milagroso que en el territorio de Operación Triunfo se edite un disco como Ensems. 'La música también tiene que existir. En el mercado norteamericano de Britney Spears se publica a Philip Glass, y el inglés igual saca lo más popero rastrero que a Gavin Bryars', explica. 'Al margen del fenómeno del éxito, que llega a saturar, hay un público que reclama arte. Creo que la industria está malformando el sentido de la música'.
'Ensems significa juntos en mallorquín. Pensé en ensemble y al ir a mirar en el diccionario si existía me encontré con ensems. No está tan impregnado como el anterior disco del Mediterráneo oriental', cuenta Joan Valent (Mallorca, 1964). 'Suena más blanco. Es más el Mediterráneo de Bregovic o de Morricone'. La isla de Mallorca surge continuamente durante la conversación en su luminoso piso del barrio madrileño de Chueca.
¿En qué sección de la tienda buscar sus discos? '¿Dónde se coloca al Kronos Quartet, al Brodsky o al Turtle Island Quartet? Pues ahí, que se lo inventen, o por orden alfabético', dice riendo. Cita a Glass, Bryars, Kancheli, Arvo Pärt y Sakamoto: 'La música que escucho y con la que me siento identificado'.
'Górecki es un referente brutal, sobre todo cuando trabajo obra sinfónica', afirma Joan Valent, que parece llevar una doble vida. 'O triple porque también produzco un disco de Pasión Vega, trabajo en un homenaje a Miguel Hernández y voy a hacer un ballet con Rafael Amargo para el Festival de Mérida. Me comentan que soy muy diverso, y no, es que soy de oficio compositor. Eso supone estar en comunión con la música de tu tiempo. No sólo la de Stockhausen, también la de Luz Casal. Y me encanta. Aunque sea hacer pasadobles para la banda de Atapuerca. Si yo me comprometo a hacer un arreglo para Pasión Vega me lo tomo tan en serio como ensayando el Te Deum de Berlioz. La integridad está en la entrega, en ser fiel a tu oficio. Mi bisabuelo era zapatero y tanto le daba una espardenya como un botín de señor'.
'Hoy tengo tanto acceso a la música que hace Rosendo en Madrid como a la de cualquier músico en Azerbaiyán. Te puedes impregnar de lo que quieras en cualquier momento', dice. 'Es lo único positivo de la globalización. La interacción entre expresiones artísticas que hace diez años estaban muy lejos de tí'. A Valent lo de la globalización le evoca aquella romanización que estudió en el colegio. Sólo que Roma se ubica ahora en Washington.
Algún posible roce con compositores más doctrinarios: 'Yo he estado muy vinculado al mundo de la academia, pero en Estados Unidos me di cuenta de que la mejor manera de defender la música contemporánea es que el autor sea capaz de montar su propia banda, y que guste. Me parece un abuso inconmensurable estar toda tu vida ligado a la subvención institucional. Si tu trabajo existe es porque interesa, si no estás especulando. Obviamente tiene que existir la investigación. En el Reino Unido y Alemania existe, pero también existe Taverner, que llena teatros. Los que no los llenan no estrenan. Y el hecho de no estrenar no les otorga una medalla de especiales', asegura Valent, que ha firmado los arreglos de Raixa, de María del Mar Bonet, y es autor de orquestaciones para Aute, Mastretta, Bunbury...
Marujas asesinas y El viaje
de Arián son las últimas bandas sonoras de Joan Valent, que fue a estudiar a Los Ángeles por recomendación de Guinjoan y Guinovart. 'Abandoné un poco el mundo conceptual para ir a un mundo más emocional, más visceral, más próximo a mí'.
Sobre si su música suena cinematográfica, señala que nuestros modelos de conducta han venido por la televisión y el cine: 'Los míos son los de Gary Cooper, Robert de Niro, Humphrey Bogart o Woody Allen. Cuando escuchamos música instrumental o música que no está dentro de un patrón pop-rock claro, nos invita a formar un mundo de imágenes. Y a la inversa, obras claramente sinfónicas, al estar vinculadas al mundo de las imágenes, las oyes ya como música de cine'.
Joan Valent tiene previstos este verano conciertos en el Reino Unidos, Italia y Bélgica. El Ars Ensemble -sexteto de cuerda, voz, dos percusionistas y piano- se montó hace cuatro años y está viviendo su momento más dulce: 'Es un gustazo poder tener dos o tres ensayos a la semana, y no para preparar la obra, sino para la afinación. El decir 'vamos a hacer que sea realmente un grupo de cámara del carajo'.
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