Entre la esperanza y la tristeza
Los mineros de Huelva desmantelan el campamento con incertidumbre ante las promesas del Ejecutivo
Los mineros de Minas de Riotinto (MRT) levantaron ayer el campamento instalado en la avenida de Andalucía de Huelva después de 73 días de protesta. La decisión se tomó tras conocer el compromiso del Gobierno central, del PP, de trasladar la semana que viene las ayudas por desempleo al Foro de la Minería Metálica. Se cumple así una de las reivindicaciones por las que los mineros montaron el pasado 20 de febrero el campamento: que los trabajadores tengan su renta asegurada con prejubilaciones y 'la puesta del contador a cero', es decir, que los trabajadores que han agotado las ayudas por desempleo. Los representantes sindicales advirtieron de que mirarán con lupa el cumplimiento de las promesas formuladas por el Partido Popular (PP) en el Foro y no descartan nuevas movilizaciones si no se aplican los acuerdos.
'Parece que hemos conseguido los objetivos por los que estábamos aquí, pero tenemos que continuar la lucha para salvar la actividad minera. El levantamiento del campamento sólo significa un paso adelante, pero no el final de la batalla', afirmó ayer con voz firme Francisco Javier Moreno Mateo, que lleva 16 años como minero, tres de ellos en el laboratorio de MRT.
Moreno fue uno de los más madrugadores. Antes de que dieran las siete de la mañana, ya estaba con la mirada puesta en el fuego esperando al resto de compañeros para empezar a desmontar el campamento. Y mirando las llamas, en silencio, hizo balance de lo que han sido 73 días en este lugar. 'Ha supuesto una experiencia que no olvidaremos jamás. Aquí se han estrechazo lazos de amistad y hemos compartido muchísimas cosas. Lo llevaremos siempre en el recuerdo', dijo. Los mineros habían encendido una hoguera para entrar en calor antes de empezar a desmontar las tiendas y recogerlo todo. Antonio García Oliva, uno de los mineros más veteranos, afirmó que de sus 33 años en las minas ha vivido muchas luchas desde que este sector entró en crisis, pero ninguna experiencia le ha marcado tanto como la del campamento. Y como buen veterano, buen observador: 'Parece que hemos pasado un invierno, un verano y un otoño. Hemos visto crecer las hojas de los árboles, se han marchitado y han vuelto a florecer, y tan sólo hemos estado aquí dos meses y poco más', afirmó.
'Cuando uno lleva tanto tiempo en un sitio acaba acostumbrándose. Parece contradictorio, pero nos hemos hecho a vivir aquí', añadió Luis Naranjo, el cocinero del campamento.
Poco a poco, las tiendas desaparecieron. Como si nunca hubieran estado allí. A alguno le costó mucho arrancar de la tierra los clavos de las tiendas.
'Muchos tenemos que recomponer nuestras vidas. Han sido dos meses de desconexión familiar, lejos de nuestras mujeres y del roce diario de los hijos. Tendremos que aprender de nuevo a ser maridos y padres. Pero eso se aprende pronto', expresó Manuel Díaz, delegado sindical y portavoz de los mineros.
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