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'El ascenso de la ultraderecha es mundial'

Michel Rocard es uno de los socialistas que se disponen a votar por Chirac el domingo, porque 'Le Pen es un peligro público'. El que fuera primer ministro con Mitterrand observa el ascenso de la extrema derecha como 'un movimiento mundial', paralelo al de 'la crisis de toda la socialdemocracia, incluyendo lo que Clinton puede representar en EE UU'.

Rocard comparte con Lionel Jospin un destino en cierto modo paralelo: los dos han sido jefes de Gobierno, los dos intentaron políticas reformistas y los dos se vieron apeados de la política por un choque de fuerzas al que no pudieron resistir. Nada de cuanto dice invita a pensar en que la elección de Chirac como presidente de la República implique el fin de la crisis abierta el 21 de abril. Para Rocard, el Partido Socialista Francés es 'el enfermo de la Internacional Socialista'. Destruido y refundado varias veces, el Partido Socialista Francés se implicó a fondo en la conducción de 'una guerra colonial salvaje' en Argelia y no recuperó el poder hasta 1981, 'de la mano de Mitterrand, un ciudadano que venía de la extrema derecha', de quien su antiguo primer ministro está convencido de que era un corrupto.

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Tanta sinceridad obliga a plantear la pregunta: '¿Lo sabía usted cuando gobernaba con él?'. '¡Por supuesto!', contesta sin titubear. 'Pero era mi país. Cuando yo fui primer ministro tuve que proteger a Francia de muchas cosas'. Al final del periodo de Mitterrand, las elecciones de 1993 redujeron los 255 escaños del PS a poco más de medio centenar. Cuando parecía que Jospin había conseguido rehacer la estructura política de los socialistas, de nuevo llega la convulsión. 'Para mí', continúa Rocard, 'el ascenso de la extrema derecha es un movimiento mundial'. Se muestra tan convencido de que la inseguridad es un motivo esencial como pesimista en cuanto a las posibilidades de resolverlo: 'Hay que establecer una represión más eficaz y rápida, además de una gran política de prevención y de seguimiento individual. A las técnicas utilizadas por Giuliani en Nueva York les falta el acompañamiento social. Pero los políticos pueden hacer poco, porque habría que incrementar en un punto o un punto medio el gasto del PIB para mejorar la seguridad. Esto es el verdadero problema'.

Nada de cuanto ha ocurrido en Francia después del 21 de abril invita a pensar en una vuelta rápida a la 'normalidad', si por tal se entiende el sistema de alternancia entre derecha e izquierda parlamentarias que ha caracterizado la vida de la V República. Más allá de las emociones manifestadas en la calle, a Rocard le parece que la idea de convertir los gastos de protección social en 'cargas' a eliminar, como sostiene la ideología dominante después de Milton Friedman, no ayuda mucho a encauzar los problemas.

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