Zapatero gana poder interno
El resultado de las elecciones primarias del Partido Socialista en Valencia, donde Joan Ignasi Pla, el candidato respaldado por José Luis Rodríguez Zapatero, ganó por más del 70% de los votos, ha significado una inyección de ánimo para los miembros de la ejecutiva federal. Los dirigentes socialistas creen tener controlado, por fin, el proceso de primarias y haber recuperado autoridad dentro del partido. 'Ha supuesto la consolidación del 35º Congreso, en el que fuimos elegidos', comenta sin dudarlo uno de los dirigentes del PSOE.
'Desde fuera del partido resulta difícil comprender la importancia que damos a temas internos como éste y que parezca que nos preocupa más quién manda en el partido en Valencia que el resultado de la primera vuelta de las presidenciales francesas. Pero las cosas son así y la verdad es que, ahora, para Zapatero y para todos nosotros, Valencia era mucho más decisiva que cualquier otra circunstancia. Ahora en otros sitios se empiezan a plantear qué piensa Madrid antes de tomar decisiones', asegura otro miembro de la ejecutiva
El sector desplazado en su día admite que la nueva ejecutiva va colocando poco a poco sus peones a nivel orgánico y que lo hace sin escándalo
La mayoría de los responsables del PSOE admiten que dan tanta importancia a la victoria de Pla porque necesitaban demostrar su autoridad moral y ejecutiva dentro del partido, puesta en duda en estos meses dentro y fuera del PSOE. En teoría, Rodríguez Zapatero se mantuvo neutral en la batalla entre Pla y Cipriano Ciscar, pero en la práctica se trató de una neutralidad 'muy activa', con miembros de la ejecutiva participando abiertamente en actos electorales de Pla.
El pulso entre Pla y Ciscar, que fue secretario de organización del PSOE en la etapa anterior, representaba además, a los ojos de la dirección en Madrid, 'un pulso entre el presente y el futuro del partido'.
El hecho de que Ciscar sacara un porcentaje tan bajo de los votos ha sido inmediatamente interpretado como que los militantes quieren borrón y cuenta nueva. 'Con todo respeto, ahora les toca a otros. Nos toca a nosotros', asegura un joven dirigente regional.
Incluso los dirigentes más moderados consideran que Valencia ha sido un buen 'aviso a navegantes' para quienes desde el propio PSOE han puesto en duda la capacidad de la nueva ejecutiva y han pretendido enmendarle la plana. Creen que el mensaje de que van en serio dentro del partido ha calado incluso en el grupo parlamentario socialista, donde siempre han sonado algunas voces críticas. 'Tenemos ahora una oportunidad para ejercer esa autoridad y vamos a hacerlo. Éstas van a ser unas semanas muy importantes para nosotros', asegura uno de los miembros de la ejecutiva más próximos a Rodríguez Zapatero.
El nuevo sentido de autoridad se impuso también en el nombramiento de Javier Rojo como vocal de la ejecutiva en sustitución de Nicolás Redondo. Rojo tuvo el respaldo directo de Zapatero, que no aceptó mucha discusión al respecto.
El sector desplazado en su día por la nueva ejecutiva admite que Zapatero va colocando poco a poco sus peones en la estructura orgánica del partido y sin grandes escándalos. La mayoría no hace críticas por ello. Algunos recuerdan, sin embargo, que Zapatero llegó a la ejecutiva gracias a unas primarias libres y que ahora ya no es tan partidario de ese mecanismo. 'Es natural, lo lógico en un partido es lo que estan haciendo ahora, no lo que hizo Almunia', reconoce sin rencor un destacado miembro de la ejecutiva anterior
Cinco mil militantes
Valencia ha sido además un laboratorio donde se empezó a limpiar los censos de militantes socialistas que hasta ese momentos habían sido poco rigurosos. El trabajo del secretario de organización, Pepe Blanco, en este sentido parece haber sido notable, hasta el extremo de permitir depurar la lista de Madrid, hasta sólo unos 5.000 militantes. El proceso de las primarias que se abrió el pasado viernes se cerrará el 15 de mayo, y entonces se sabrá si Trinidad Jiménez, la candidata a la alcaldía de la capital respaldada por Rodríguez Zapatero, tiene oponente o no. La aplastante victoria de Joan Pla será exhibida como un aviso a la vieja guardia de que la veteranía no es una ventaja, sobre todo si la ejecutiva no la respalda.
Jiménez, que mantiene desde hace días reuniones de trabajo, a veces muy duras, con las agrupaciones locales, se ha dado cuenta de que no podrá compatibilizar su candidatura con el ejercicio de la secretaría de política internacional. Sin embargo, no ha decidido aún si renunciará al cargo y se mantendrá sólo como vocal en la ejecutiva federal o si seguirá al frente de la secretaría, aunque deje sus funciones en manos de otra persona, probablemente de Manuel Marín.
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