_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aulas

Entre protestas y encuestas, el ministerio de Doña Calidad simula ocuparse de la educación sin eliminar los barracones. Se mantienen en privado vivas polémicas sobre el asunto, pero ninguno de mis últimos interlocutores, profesionales sensatos y algo más jóvenes, tiene hijos, lo que significa que participan por lo oído en la difusión de la colección de lugares comunes con los que se abona el desprestigio de la escuela pública. Cierto que enseñantes voluntariosos se muestran pesimistas ante cómo están las cosas, fundamentalmente por la falta de medios. ¿Pero qué es lo que ocurre en las aulas, esas que nos están siendo presentadas como el reino de los profesores pasotas y los alumnos zoquetes, casi un territorio sin ley?

Quienes todavía hacemos deberes, y nos examinamos, y nos sometemos a evaluaciones, y visitamos la tutoría, pero también recordamos las maravillas del sistema educativo durante la dictadura, aquel florido pensil, no necesitamos de mucho teorizar para llegar a unas cuantas conclusiones generales. Una: que no se da más violencia en las aulas o los patios que en el maravilloso mundo que les rodea. Dos: que gamberros siempre hubo, y que es falso que ahora no se abran expedientes, que no se suspenda. Otro tópico insiste en el bajo nivel, y pone como ejemplo las faltas de ortografía, esas que ningún plan de estudios anterior logró erradicar y que adornan con tanto primor escritos oficiales y explicaciones de fallas muy galardonadas (¿tendrán algo que ver el desprecio oficial a la Universidad, a la Feria del Libro, las excrecencias televisivas privadas y públicas?).

No es verdad que hoy no se estudien los verbos irregulares, ni las cordilleras, ni las ecuaciones. En conocimientos, y sobre todo en la interpretación de la realidad, algo se ha ganado: además de los nombres de los ríos de España, a nuestros hijos se les explica por qué están envenenados y qué hacer para evitarlo. Y junto a las capitales de África van sabiendo de hambrunas y sida, de inmigración y colonialismo. Ahora que caigo: será que no conviene que estas preocupaciones entren en las aulas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_