_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La lengua, todavía

Parece ser que a pesar de ese gran invento que ha sido la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), la cosa lingüística no acaba de desaparecer del enfrentamiento político. Se suponía que una vez creada la Acadèmia, el tema de la lengua quedaba residenciado en la docta institución. Sin embargo se sigue mareando la perdiz con esto de la lengua. Ahí tenemos al Consell proponiendo listas de palabras a la Acadèmia para que se pronuncie. O a los académicos propuestos por el PP, presididos por Xavier Casp, reunidos para presionar al Consell para que aplique la valencianización de las palabras y que desaparezcan palabras como 'servei' o expresiones como 'ordre'. Son, como digo, los académicos propuestos del PP. Es decir, que los académicos, en función del partido que los propuso, optan y defienden unas u otras palabras. Tenemos así que la AVL padece del mismo pecado original que el Consejo General del Poder Judicial: sus miembros son reos del partido que los propuso. Supone esto que antes de aplicar sus conocimientos filológicos o jurídicos a los problemas sujetos a debate, deberán comprobar si los mismos se adaptan a la ideología -es decir, a la conveniencia- del partido político que los elevó al cargo. Uno siempre ha sido de la opinión que con la Universidad como máxima autoridad filológica no hacía falta otra institución. Se ha querido crear la Acadèmia para así acabar con el llamado conflicto lingüístico que no era otra cosa que un conflicto político. Se quería situar el problema en una institución de tipo técnico, como es una Acadèmia, para hurtarlo del debate politizado. Pero resulta que en esa institución técnica se ha introducido el virus político. Y sería conveniente que ese virus fuese eliminado y que los académicos adaptasen sus conductas a criterios científicos y se olvidasen de sus patrocinadores políticos. ¿Sería esto posible? En todo caso sería lo deseable. Todo dependerá, en el futuro, de los resultados electorales. Si se cree conveniente recurrir, otra vez, a la confrontación lingüística para recuperar votos ¿qué sucederá?

fburguera@inves.es

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_