Protestantes, católicos y judíos condenan el voto de ultraderecha
Católicos, protestantes y judíos condenaron ayer el voto por Jean-Marie Le Pen. Para el obispo católico de Saint-Denis, barrio popular con alcalde comunista, 'el señor Le Pen es el heredero de una tradición totalitaria y anticristiana, un hombre que hace juegos de palabras groseros respecto al destino del pueblo judío' y 'cuyo discurso xenófobo' es intolerable. En consecuencia, dijo monseñor Olivier de Barranger, 'non possumus estar de acuerdo con él'.
Los protestantes, a través del pastor Marcel Manoël, comentaron el hecho de que 'tantos conciudadanos hubieran dado su voto a una candidatura contraria a los valores republicanos más elementales' y criticaron la abstención, puesto que 'los principios democráticos entran en peligro cuando no se utiliza la libertad de que disponemos para expresarnos'. Los protestantes no demuestran gran entusiasmo por la figura de Jacques Chirac, el rival del ultraderechista Le Pen en la inesperada elección gala, pues, si se reclama el voto para Chirac es porque 'a veces, en política, hay que saber escoger el menor entre dos males'.
Si el de los protestantes es un respaldo incómodo para Chirac por su falta de adhesión, ¿qué decir del de los judíos? Los distintos organismos representativos de esa creencia dijeron ayer que 'el judaísmo francés tiene que afrontar en esta segunda vuelta presidencial el peligro de la presencia de un candidato que simboliza la exclusión, la xenofobia y el antisemitismo' y hacen constar que 'el único candidato demócrata y republicano es Jacques Chirac'.
El impacto positivo de estas palabras queda relativizado por una declaración anterior y demasiado sincera de Roger Cukierman, presidente del Consejo Representativos de las Instituciones Judías de Francia, que afirmó que 'el éxito de Le Pen es un mensaje a los musulmanes franceses aconsejándoles que permanezcan tranquilos', es decir, que más vale que no protesten o ahora, con Le Pen en lo alto, la policía les hará entrar en razón.
