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Reportaje:Semifinales de la Liga de Campeones | BARÇA-MADRID, LA ELIMINATORIA DE LAS ELIMINATORIAS

El fútbol empató con Sant Jordi

Barcelona sólo detuvo en parte la febril actividad generada por la fiesta del libro y la rosa

Àngels Piñol

El fútbol no apagó la fiesta de los libros y las flores. Miles de personas seguían anoche desfilando por la plaza de Cataluña y La Rambla, corazón de Sant Jordi, mientras que, en el otro punto de la ciudad, el Camp Nou volvía a recurrir a su feroz disfraz de demonio para recibir al Madrid. El lleno del estadio contrastó con las plácidas imágenes del centro, donde los ciudadanos, disfrutando de unas calles ayer sin coches -el atasco alrededor del campo fue monumental-, seguían comprando rosas y libros. Las casetas de La Rambla encendieron sus bombillas hacia las 21.00 horas.

Fue la fiesta de Sant Jordi de siempre. Costó encontrar un rastro del partido. Ni se vieron las típicas riadas de hinchas ataviados con las zamarras del color rival -apenas una niña con una camiseta o un turista italiano con un sombrero de arlequín del Madrid- ni a los aficionados del Barça. La ciudad mantuvo su pulso sin alterar sus horarios.

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Pero el partido siempre estuvo presente. Las editoriales celebraron su cóctel tradicional de fin de fiesta de Sant Jordi sin olvidar la semifinal europea. Los libros convivieron allí con el fútbol. Todos colocaron en los salones televisores o pantallas gigantes. El grupo Edicions 62 lo hizo en el hotel Majestic, en el paseo de Gràcia; Editorial Columna, en el restaurante Casa Leopoldo, en el barrio del Raval, y la editorial Martínez Roca, en el hotel Condes de Barcelona. Allí hubo una invitada especial: Ana Botella, la esposa del presidente del Gobierno, José María Aznar, acudió a firmar ejemplares de Érase una vez, una recopilación de cuentos tradicionales relatados por ella.

El teatro ignoró el partido y apostó por las novedades. El Principal presentó La tentación vive arriba, dirigida por Verónica Forqué. Sólo habían vendido un centenar de 500 entradas. 'Sí, se ha notado, pero no es el estreno oficial', dijo un empleado. El Poliorama se atrevió con el estreno de Madame e Monsieur, de la compañía Leandre-Claire, un espectáculo poético y gestual. Casi todo el aforo, 600 butacas, estaba reservado. 'Otra cosa es que al final vengan todos', sonrió la taquillera.

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