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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Sharon anuncia el fin de la primera parte de la ofensiva militar

Las tropas israelíes se repliegan parcialmente de Cisjordania, pero mantienen el asedio a Arafat

La ofensiva contra los palestinos ha acabado. La operación Muro Defensivo, que se inició el pasado 29 de marzo, finalizó ayer oficialmente con el repliegue parcial de las tropas israelíes en Nablús y Ramala, aunque permanece el asedio en torno a la basílica de la Natividad en Belén y del complejo presidencial de Yasir Arafat en Ramala. El anuncio del fin de la operación por el primer ministro Ariel Sharon deja entrever que la ofensiva tiene una segunda parte.

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'La fase actual de la operación se ha acabado, pero la lucha contra el terrorismo continuará', anunció ayer el primer ministro israelí, Ariel Sharon, a un grupo de periodistas que le acompañaban a una visita populista a un supermercado de Jerusalén, en una operación destinada a promocionarse él y los artículos israelíes.

Sharon recalcó de manera lacónica que durante esta operación se habían alcanzado 'resultados muy tangibles', pero se olvidó de recordar que ha costado no menos de 245 muertos -29 de ellos israelíes-, más de medio millar de heridos, 500 millones de shekels (unos 140 millones de euros) en material militar, sin contar los daños causados a las infraestructuras de la Administración y de la población palestina, y la ocupación de la mayor parte de las ciudades de Cisjordania, menos Jericó.

Sharon efectuaba este anuncio mientras los últimos tanques Merkava abandonaban Nablús y Ramala, invadidas el pasado 29 de marzo, dejando tras de sí el asedio del presidente palestino, Yasir Arafat, que continuará mientras no entregue a los tres autores del asesinato del ministro de Turismo, Rehavam Zeevi, al secretario general del Frente Popular de Liberación de Palestina y a un implicado en el contrabando de armas en el navío Karin A. El asedio continuará también sobre la basílica de la Natividad en Belén mientras el Gobierno palestino se niegue a aceptar el destierro de un grupo de los milicianos encerrados.

'Otros métodos'

El anuncio del fin de la operación, en el que el propio Sharon aseguró que 'la ofensiva contra el terrorismo' iba a continuar 'con otros métodos', ha llenado de inquietud a los dirigentes palestinos, que aseguraban ayer que el próximo objetivo podría ser Gaza, donde en la última semana se han incrementado las acciones militares y los atentados. El frente palestino aseguró además que el repliegue era una 'gran mentira' y una 'operación de maquillaje' destinada a tranquilizar a la Casa Blanca.

Tenían razón los palestinos. Washington reaccionó con 'satisfacción' por el repliegue de las tropas israelíes en las ciudades de Cisjordania. El secretario de Estado, Colin Powell, entrevistado por la cadena CBS, aseguraba sin embargo que 'no estaba totalmente satisfecho por la retirada israelí' y que había que 'solucionar aún dos situaciones dificiles: la del cuartel general del presidente Arafat y la de la iglesia de la Natividad'.

Colin Powell efectuaba estos comentarios mientras empezaban a llegar desde Ramala rumores inquietantes que hablaban de un supuesto golpe de mano inminente en el cuartel general de Yasir Arafat. La operación militar está diseñada desde hace varias semanas. Los últimos detalles se perfilaron el pasado jueves en una reunión del gabinete de ministros, cuando Sharon, sin ambigüedades, planteó el futuro del presidente de la Autoridad Palestina. La mayor parte votó a favor de la expulsión de Arafat al extranjero.

Ayer, mientras los tanques volvían a los cuarteles y los 20.000 reservistas empezaban a regresar a sus casas, el Gobierno israelí empezaba a pasar sus cuentas personales. El primero en caer ha sido el enviado especial de la ONU, Terje Roed Larsen, al que el equipo de Sharon ha decidido declararle 'persona no grata' por afirmar, tras la visita del campo de refugiados de Yenín, que 'está totalmente destruido, es como si hubiera habido un terremoto'. Sharon dio orden ayer a sus ministros de romper todo contacto con él, a pesar de las protestas habituales ante este tipo de decisiones del ministro de Exteriores, Simón Peres.

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