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Columna
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Primarias

Una inyección de energía. Eso han sido las primarias para los socialistas valencianos. Como se ha demostrado, el ejercicio de la democracia interna no sólo trasluce las divisiones o las discrepancias. Cuando de la crisis y el debate más o menos traumáticos se decanta una voluntad clara de pasar página y afrontar el futuro, las elecciones primarias lo visualizan con una indiscutible efectividad. Joan Ignasi Pla, gracias a una mayoría que supera las tres cuartas partes de los militantes, al vencer de forma tan apabullante, no ha barrido las cualidades que Ciprià Ciscar pueda tener como político sino todo el lastre que puso desde responsabilidades de poder interno en las alas de un vuelo que, con sus virtudes y sus defectos, había de ser nuevo. Por primera vez desde que Joan Romero ganó por un escaso margen al candidato de la vieja guardia, por primera vez desde que perdieron las elecciones y emprendieron su convulsa travesía del desierto, los socialistas valencianos se aglutinan de manera masiva tras un dirigente. Tenían estas primarias, como las anteriores, que enfrentaron a tres candidatos, un tufo de debate orgánico, de duelo pendiente, que deberían perder. Un tufo que debería comenzar a desaparecer también de los rincones institucionales donde ejerce el primer partido de la oposición. He aquí uno de los retos de Pla: aprovechar su convalidada capacidad de aglutinamiento para desactivar con prudencia los engranajes del sectarismo y la conspiración; recuperar la función del partido como catalizador de un bloque social plural y dinámico que llegue a ser una alternativa efectiva a la hegemonía popular; hacer útil, en definitiva, el PSPV para la sociedad. El resultado, como es obvio, supone una excelente noticia para José Luis Rodríguez Zapatero, el líder del PSOE que apostó por adelantar el proceso en el País Valenciano para disipar nubarrones y consolidar un referente de la renovación. Puede estar contento. Al fin y al cabo, Zaplana y los suyos, la prensa fiel, apoyaban a Ciscar, la división, para camuflar el oscuro episodio de sucesión en el PP. Les falló la coartada. Las primarias no hacen milagros, pero ponen la cosas en su lugar.

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