Berlín
Berlín es la ciudad del silencio. Y no hay nada que acompañe mejor al silencio que la música. Jordi Savall ha participado estos días en la primera edición de Zeitfenster, un nuevo festival de música antigua. Savall ha recalcado que Berlín en su agenda no es una ciudad más, porque es una capital muy especial e inspiradora, donde nacen visiones políticas y culturales.
Berlín destaca por el silencio, por la música, por la patente presencia de la cultura universitaria y porque le acompaña el empuje empresarial que la impulsa hacia la constelación de capitales singulares de Europa. Pero si es impresionante la presencia de la Universidad Humboldt, junto a la avenida Unter den Linden (bajo los tilos), al lado de la Ópera y de la oferta cultural más rica de Europa, no lo es menos el recinto universitario de Potsdam, desgajado del Neues Palais y presidido -¿cómo no?- por una atmósfera de silencio. El silencio es muy elocuente.
La capital de Alemania tiene fama de ser la ciudad más seria y con más marcha de Europa. Le queda, no obstante, un largo camino expiatorio y de reconstrucción por recorrer. Está en su momento dulce. Transcurrida la primera década tras la demolición del muro que dividía la ciudad y consumada la reunificación del territorio alemán, se abre al mundo en todo su esplendor.
Hay similitudes entre Berlín y Valencia. Valencia, capital acechada de la Comunidad Valenciana y Berlín cabeza del electorado de Brandemburgo, falseada por la barbarie nazi y víctima de las consecuencias de una guerra a la que era ajena.
Todo Berlín rezuma dolor y culpabilidad, desde la gran Sinagoga al nuevo Museo Judío, pasando por la Sala del Silencio, que es una de las visitas más expresivas, en su ubicación dentro de la Puerta de Brandemburgo, ahora entelada para su rehabilitación.
Pero Berlín, como Valencia, ha de reposicionarse desde su cultura, desde su Universidad, desde el esfuerzo empresarial que ha de reponer cada piedra en su sitio, cada barrio con su vitalidad y la significación de un conjunto centroeuropeo que realmente nada tiene que ver con sus últimas décadas de aislamiento y barbarie.
Universidad y capacidad empresarial es la alianza que mueve el potencial urbano berlinés. Inteligencia universitaria junto al potencial de los empresarios valencianos, conforman una alianza que puede ser decisiva para la Comunidad Valenciana, más allá de sus distanciamientos y divorcios.
Después de la II Guerra Mundial, la primera autoridad de Berlín pidió al mundo que contemplara lo que había acaecido sobre aquella ciudad. Y lo peor aún no había terminado de pasar.
La ciudad de Valencia, como caja de resonancia de una Comunidad Valenciana todavía por vertebrar, también contó con el vaticinio de su regidor árabe cuando clamó: 'Valencia, Valencia, vendrán sobre ti muchas desgracias'. Tampoco es prudente dejarse influir por el fatalismo, pero es preciso que Universidad (cultura) y empresa estrechen sus lazos, mientras se abren a nuevas e inéditas proyecciones.
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