Las otras víctimas del nazismo
Una exposición recuerda el exterminio de los Testigos de Jehová
Fueron menos, pero duelen igual. Unos 10.000 testigos de Jehová pasaron por campos de concentración nazis; 2.500 fueron exterminados y, medio millar de niños, separados de sus familias. El Museo de la Ciudad recuerda a este colectivo, los bibelforscher o estudiantes de la Biblia, en una exposición organizada por el Círculo europeo de antiguos deportados e internados Testigos de Jehová a la que han asistido en menos de 15 días unas 8.300 personas.
En la puerta de un barracón de un campo de concentración hecho a escala, varios guías dividen a los visitantes en grupos y recorren con ellos las caras de las víctimas y los testimonios del interior de los campos. Una de estas guías, Pilar Gradilla, cuenta que el 97% de los testigos de Jehová sufrieron las consecuencias del nazismo. La propaganda del ministro de Hitler Joseph Goebbles muestra por qué los bibelforscher también compartieron camastros con judíos, homosexuales y gitanos: los nazis identificaban a los Testigos con el sionismo y el comunismo.
Una vez dentro del campo, sólo un triángulo invertido de color púrpura distinguía a los Testigos de Jehová de los demás. Gradilla cuenta que el traje a rayas expuesto es de talla única porque sus propietarios adelgazaban hasta 25 kilos. Una cuerda colgando del bolsillo servía para atarse el pantalón en algunos casos, y para colgarse en otros.
Los testimonios de los internos relatan que la comida estaba podrida y que la carne eran huesos de animales enfermos. 'Pasaba tanta hambre que a veces me golpeaba con el puño en el estómago para al menos sentir algo. Hubo gente que comió tierra'. De Auschwitz (Polonia) se decía que los prisioneros entraban por una puerta en la que se leía 'El trabajo os hará libres', y la única manera de salir era por la chimenea.
Los médicos de la muerte obligaban a los internos de Natzweiler-Struthof (Francia) a beber queroseno, y les partían las piernas para luego comprobar cómo se soldaban. 32 bibelforscher murieron en Brandeburgo guillotinados. A veces les ponían boca arriba para que vieran caer la hoja. La esposa de un comandante nazi coleccionaba recuerdos de piel humana. Gradilla termina de explicar la exposición, y dos mujeres firman el libro de visitas del museo llorando.
Memoria de un testimonio. Hasta el día 28, en el Museo de la Ciudad, Príncipe de Vergara, 140. De 10.00 a 14.00, de martes a domingos, y de 16.00 a 19.00, de martes a viernes. Entrada gratuita.
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