Aguas de Valencia pacta la paz
Tras años de conflictos, la marcha del SCH deja la sociedad en manos de los socios locales
Los accionistas valencianos ocuparán el vacío dejado por el banco Santander Central Hispano (SCH) en Aguas de Valencia. El banco presidido por Emilio Botín abandona la compañía de aguas potables, que acaba de renovar por 50 años la concesión del abastecimiento a la tercera capital española, entregando al capital local la mayoría que pretendía desde hace tres años.
Bancaja y la CAM adquieren un 10,97% y un 5%, respectivamente, de la sociedad, y Facsa y Lubasa compran un 3% cada una
La compañía tuvo una cifra de negocio el año pasado de 81,2 millones de euros y registró unos beneficios netos de 5,8 millones
El proceso de valencianización, promovido por el Partido Popular (PP), lo han materializado las dos grandes cajas de ahorros valencianas (Bancaja y la CAM), después de tres años de guerra civil en la sociedad por el control de la compañía. Desde que un concejal del PP del Ayuntamiento de Valencia, titular del servicio que presta en régimen de concesión Aguas de Valencia desde principios del siglo pasado, supeditase la renovación de este contrato a la valencianización del accionariado, no se han sucedido largos periodos de paz. En el enfrentamiento, el grupo francés Bouygues, socio mayoritario de la sociedad a través de su filial Saur International, se ha visto obligado a desprenderse de parte de su participación hasta quedarse con un 33%, el máximo a que puede aspirar. El SCH ha puesto la guinda a este proceso de valencianización con la venta de su paquete del 22% a las cajas de ahorro valencianas, Bancaja y la CAM, y a las constructoras locales Facsa y Lubasa.
Desde que el equipo de Botín tomara el control del SCH se sabía que el banco quería desprenderse de participaciones no estratégicas. Sólo faltaba que el Ayuntamiento de Valencia renovase en 2002 la concesión del servicio por otro medio siglo, que se ha resuelto con la creación de una sociedad mixta participada por Aguas de Valencia y la Corporación municipal, que será la prestataria del servicio.
Cerrados estos flecos, la venta se pactó el 3 de abril en Madrid. Estamparon su firma Bancaja y la CAM, con el compromiso de adquirir un 10,97% y un 5%, respectivamente, y Facsa y Lubasa, que compraban un 3% cada una. Saur International quedaba al margen, y el naviero valenciano, Vicente Boluda, presidente de Aguas, no participaba en esta operación de venta. El naviero, con un 11,4% del capital, evidenció su malestar cuando anunció que estaba interesado en comprar. El acuerdo con el SCH sólo establecía una cláusula que condicionaba la formalización de la venta y que era el derecho de tanteo que tienen los actuales accionistas de Aguas de Valencia. O, lo que es lo mismo, si Boluda quería un 2% o un 3%, o los firmantes de Madrid cedían un pequeño porcentaje o directamente la CAM, único comprador foráneo, se quedaba fuera o con una participación simbólica.
La incertidumbre ha durado poco. Boluda aprovechó el último consejo de administración de Aguas, el pasado miércoles, para hacer explícita su renuncia a ejercer su derecho de tanteo sobre las acciones del SCH. El naviero declaró que se sentía cómodo con su actual participación. 'Salvo imprevistos, está todo encarrilado', aseguraba esta semana un portavoz del banco. El derecho de tanteo, que tiene todo accionista, dejará pendiente la operación hasta el 20 de abril.
Una vez se materialice la operación, las cajas valencianas, que pronto crearán una corporación financiera con sus participaciones no financieras, se convertirán en socios de referencia de la compañía hídrica, adjudicataria no sólo del contrato de abastecimiento de Valencia -el 65% de sus ingresos totales-, sino también de otras concesiones municipales de la Comunidad Valenciana. La compañía facturó el año pasado 81,2 millones de euros y tuvo unos beneficios netos de 5,8 millones.
La batalla política está en el origen de la disputa accionarial. Las distintas familias del PP se lanzaron en su día a una carrera por influir en la compañía. Finalmente, todos han recibido su parte: el Ayuntamiento de Valencia, la Diputación Provincial, cuya sociedad hídrica, Egevasa, se ha incorporado al grupo de Aguas de Valencia, y la propia Generalitat, ideóloga de la corporación no financiera que integre las participaciones de las dos cajas locales y que le acompañe en sus proyectos estratégicos, una vez descartada su fusión.
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