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Crítica:DANZA | 'POETA EN NUEVA YORK'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vehículos poéticos de la danza

Es muy difícil aunar sobre la escena poesía y baile. A priori, puede parecer sencillo; pues no, se trata de tarea compleja, en lo estético y en lo moral, sobre todo si, como ha hecho Rafael Amargo, se trata de profundizar en los elementos plásticos de la poesía y los poéticos del baile.

Compañía de Rafael Amargo

Poeta en Nueva York. Dirección escénica: Rafael Amargo y Juan Estelrich; coreografía: R. Amargo con Mario Maya, Manuel Segovia y Mara Martínez; música: Edith Salazar y Eduardo Cortés; audiovisuales: Juan Esterlich; vestuario: Antonio Belart. Teatro Lope de Vega, Madrid. Hasta el 28 de abril.

Es muy difícil aunar sobre la escena poesía y baile. A priori, puede parecer sencillo; pues no, se trata de tarea compleja, en lo estético y en lo moral, sobre todo si, como ha hecho Rafael Amargo, se trata de profundizar en los elementos plásticos de la poesía y los poéticos del baile. Con este montaje, Rafael Amargo demuestra que no estaban equivocados quienes apostaban por sus capacidades creativas y sus ideas de hacer obras mayores.

A pesar de una duración excesiva (hay dos o tres escenas prescindibles), la calidad del montaje, la brillantez de las ideas coreográficas y las dimensiones de la producción sitúan este Poeta... como uno de los esfuerzos en danza española más importantes de los últimos tiempos, además de ser el único acercamiento serio a García Lorca desde el de José Antonio con su Vals patético en el Festival de Granada de hace varios años.

Amargo respeta el flamenco, pero no elude los vientos actuales; acepta las posibilidades de los audiovisuales y sus efectos, pero no descuida lo esencial: la danza. Así, rebusca en el folclor y acude a una danza gallega -que aparece estilizada con buen gusto- y recrea desde una boda gitana hasta una fiesta criolla.

María Vivó da un acento de potencia y dramatismo en la escena titulada Muerte y ruina, y el propio Amargo hace bailes concentrados, intensos y virtuosos, pero sin descuidar entonarse con el conjunto y formar parte del todo escénico.

Las filmaciones del cineasta Juan Estelrich (director de, entre otras, La Vía Láctea) son a veces otra obra paralela, un desarrollo virtual de la memoria del poeta y la inspiración de quienes le glosan. A veces en color, otras más acertadamente en blanco y negro, la cámara roza bocas y cinturas o se aleja prudente hasta un horizonte tan promisorio como angustioso. En nada de ello deja de latir una oscura y tensa poesía contemporánea.

Evolución

Entre los actores que recitan y actúan en las filmaciones están una Marisa Paredes pletórica y una contenida Cayetana Guillén Cuervo, además de jóvenes emergentes como Miguel Cazorla. Es una de las pocas veces que he visto que la palabra no sobra al baile, sino que lo complementa, lo arropa y lo enlaza en un todo, haciendo evidente que lo poético no es un adjetivo ni un suplemento a la danza, sino uno de sus elementos básicos.

Sobre el baile de Rafael Amargo hay que decir que su evolución también le sitúa ya hoy entre los principales de su generación, algo mucho más tangible que un valor emergente. Una vez apunté que uno de los valores de Amargo era no parecerse en nada ni a Joaquín Cortés, ni a Antonio Márquez, ni a Antonio Canales. Pues eso. Su baile personal apunta por vías expresivas y estilísticas propias, lo que no es poco.

Rafael Amargo, durante su espectáculo en el Teatro Lope de Vega.
Rafael Amargo, durante su espectáculo en el Teatro Lope de Vega.BERNARDO PÉREZ

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